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En día santo de Maribel

Siempre son sobrias y elegantes las fiestas santuarias de Maribel Collazo, a la sazón esposada con el abogado Nemesio Barxa. Y el sábado celebró el suyo como otros años en el Siete Torres de Vigo. Unas 60 personas allí, todas con una curiosidad primera: ¿cuál va a ser la sorpresa indumentaria, siempre admirada, que ella traerá este año? Pues lo digo: rubia su melena, apareció con un conjunto de Carolina Herrera con camisa años 30 bongosera estilo orquesta Xavier Cugat y distinguida falda a rayas. ¡Distinta cada año! Primero, bajo las estrellas, en una de esas noches maravillosas que ella debe pactar con el Más Allá, tuvimos un largo aperitivo en el que gentiles camarero/as servían chips de tubérculos y guacamoles, croquetas de chorizo de Lalín, tacos de rodaballo con su espina frita y salsa Holsin, piruletas de pulpo con cremoso de San Simón... Después, en la primera planta, un insuperable coruxo a la plancha sobre verduritas asadas y jugo de almejas, los deliciosos postres... Estaban por allí, por decir al azar, Juan Gestal y su mujer Matilde, Alfonso Paz Andrade y Elisabeth Taylor, Cesáreo Novoa (marqués de Patiño), Rita Ferrán, Pepe Barreiro, Ramón Godoy, Boro Lorenzo, Carlos Pérez Vicente, Piño Prego, Paula Alonso, María y Ángel Toucedo, Joaquina Sevillano, Pepe Bernárdez, Sisita Barja,J. E. Pérez Ardá, Jame "Capitán"... Inolvidable esta cena maribeliana.

En los bajos de la gloria divina

Claro que si por la noche estuve en la fiesta maribeliana, al día siguiente comía en Zamora unas tapas de supervivencia pero reseñables en el gastrobar Benito & Co, y pasada la tarde cenaba en Valladolid, tras haber visitado la exposición" Picasso. Miró. Dalí. Grabados de un siglo" con más de un ciento de obras de estos genios creadores del siglo XX. Que los tres me perdonen pero gocé mucho más con la cena a la que, conocida mi pobreza, sabida de que huía de una peste blanca declarada en Vigo y apiadada de mí, me invitó una dama inmediatamente después en La Parrilla de San Lorenzo, un restaurante absolutamente espectacular en los bajos del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, entre arcadas, galerías y obras de arte monumentales. Ruego a mis amigas veganas que no me lean. Primero, tras un bocadito para hacer boca, vino una morcilla de Burgos con pasas y piñones que me devolvió la fe en Dios, después unos riñones de lechazo a la brasa que me la acrecentó y, por fin, un lechazo de raza churra asado al horno de leña que por vergüenza no me hizo hincarme de rodillas para darle loa y alabanza reconociendo, al modo de Santa Teresa, que solo él podía estar entre pucheros tan gloriosos. Y todo a un precio justo para el lugar, como ese vino joven Velvety, ribera del Duero de precio menor al merecido.

Kammerer y los Ribeira Sacra

Yo probé ese vino joven pero quien realmente sabe de vinos, incluidos los que nacen en tierras gallegas, es mi amigo el suizo Bruno Kammerer, un tipo que ama Galicia, pasa una parte del año en O Morrazo y tiene una historia fascinante que ya le hemos publicado en nuestras Memorias. Bruno estaba en Suiza pero los del Ribeira Sacra le invitaron a a venir hace unos días para participar en la Cata Oficial de vinos de esa denominación de origen. Mira que sabe de vinos Bruno, como he comprobado.

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