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Santiago Lago Peñas.

Turismo y ciudades

Mi opinión es que hoy nos movemos demasiado con fines turísticos. Estoy convencido de que, cuando nos observen dentro de un siglo, se preguntarán qué nos picaba tanto como para obligarnos a subirnos a un par de aviones a la primera de cambio para ir a unos cuantos miles de kilómetros y pasar allí unas horas a todo correr. Hasta que llegue ese momento, tenemos otras preguntas que hacernos. En particular, las que tiene que ver con las dinámicas urbanas en curso.

El turismo en las ciudades es como el colesterol en nuestro sistema circulatorio. El problema es la cantidad y la calidad. No voy a detenerme aquí en los efectos beneficiosos de un turismo moderado y me voy a centrar en los efectos negativos de un exceso del mismo. En particular, un turismo desbocado puede llegar a expulsar a los habitantes de una ciudad de amplias zonas, por el precio de la vivienda, el colapso de las calles, el ruido y alboroto, la inseguridad, la escasa diversidad de la oferta comercial. Algunos servicios locales se tensionan y exigen una inversión y gasto que, dada la configuración actual del sistema tributario local, acaban financiando el conjunto de ciudadanos y no los turistas o quienes se benefician más intensamente de la actividad turística (hosteleros).

Por todo lo anterior, un buen alcalde y un buen equipo municipal debería detenerse a evaluar la situación actual del turismo en su ciudad y planificar con inteligencia su futuro, para quedarse con lo bueno del turismo y evitar todo lo negativo que puede aparejarles a sus ciudadanos un exceso de volumen o un perfil del visitante poco atractivo para las dinámicas urbanas internas. Existen experiencias de interés por el Mundo adelante. Solo es cuestión de buscarlas y adaptarlas a la realidad de cada uno.

*Director de GEN (Universidad de Vigo)

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