Además de las sedes más recordadas y distinguidas de la cuesta de Carrillo (vieja y nueva), y de Andrés Muruais, el Mercantil tuvo su primer local en el número 4 de la avenida de Santa María, esquina con la rúa Alta, donde la sociedad dio sus pasos iniciales.

Acuciada por una deuda endemoniada y galopante, medio siglo después la entidad vendió en 1989 la joya de la corona a su principal acreedor, el Ministerio de Hacienda, donde hoy se alberga la Gerencia del Catastro.

A partir de entonces, el Mercantil volvió a instalarse de alquiler durante un período breve en la calle Naranjo, hasta que compró a buen precio un local poco apropiado, pero muy céntrico, en la calle Castelao.

Si oportuna resultó más tarde la adquisición del edificio reformado por la Caja Postal sobre la legendaria ferretería Varela, en la plaza de Curros Enríquez, casi providencial fue el alquiler de su planta baja a la empresa Amofre para instalar una franquicia de Burger King. Esa operación de arrendamiento a seis mil euros mensuales por un período de veinte años, que finalizará en 2028, constituyó un verdadero seguro de vida para salvaguarda en cierta forma a la entidad de un futuro incierto.

La compra de la Granja Villa Real en el lugar de Cons, parroquia de Mourente, para albergar su Parque Polideportivo a finales de los años 70, reforzó su patrimonio inmobiliario. La entidad pagó siete millones de pesetas por una finca de 182.000 metros cuadrados, pero contó para su adecuación con una importante ayuda económica de la Delegación Nacional de Deportes.