Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los desafíos

A la espera de que el presidente Feijóo decida qué hacer con respecto a su posible candidatura para el puesto que deja vacante don Mariano Rajoy, parece momento adecuado para señalar los desafíos que, entre otros, habrá de afrontar en lo que sin duda será una apuesta compleja. Y no tanto para ganarla, que el señor Feijóo tiene experiencia bastante como para saber que hay batallas a las que se debe acudir después de un recuento solvente cuyo balance permita jugar sobre seguro, cuanto para otras, posteriores, que habrá de tener muy en cuenta a fin de evitar sorpresas.

El primero, tal y como están las cosas, es el que se refiere al juego subterráneo que, cuando sea proclamado presidente, si llega ese momento, desencadenará la parte de la política nauseabunda que sólo sabe desenvolverse en la merdée. Y algo de eso hay ya desde el punto y hora en que un partido gallego ha preguntado "cómo ha de referirse al PPdeG a la luz de la sentencia Gürtel", alguno de cuyos párrafos ha encanallado aún más la práctica del oficio público. Mientras, otra formación no ha esperado la respuesta y habla ya de "partido de la corrupción". Vaiche boa.

Ocurre que ese no será el único reto; habrá otros, seguramente peores, porque de la orilla de enfrente, sino de la propia o sus cercanías. Verbigratia el del señor Aznar, que en una rocambolesca iniciativa se ofrece para lograr "la unidad del centro derecha" desde una posición en la que no se siente "militante de partido". Y la contorsión del dirigente de Ciudadanos, el inefable Albert Rivera, para aceptar -de momento- la oferta, no ha resultado menos llamativa, dejando claro que la coyunda la lideraría él, aunque no especificó argumentos.

Expuesta esta opinión, con todo respeto y sin la menor pretensión de aconsejar a quien no lo necesita, sí resulta oportuno señalar otro desafío: el que el señor Feijóo tendrá que aceptar y superar relativo al PP si quiere presidirlo. Porque para ser creíble habrá de dar una imagen -y una sensación- del todo diferente a la actual, y no sólo en lo que se refiere a la corrupción y sus derivadas, sino también acerca de los pactos internos que muchos dicen decisivos para alcanzar el objetivo. Y que conllevan, depende de con quién se hagan, el riesgo cierto de que se produzca el "síndrome de Lampedusa".

Y es que su señoría el titular de la Xunta habrá de evitar otro riesgo que en sí mismo supone un desafío: el de procurar, y conseguir, que su tarea desde el nuevo puesto, no parezca a la opinión alejada, ni a la próxima, algo así como que "hay que modificar las cosas de arriba abajo para que todo siga igual". Porque el PP, su electorado y España no necesitan un lavado de cara sino un partido renovado a fondo en ideas y personas -casi refundado- para mantener primero gran parte de su electorado, recuperar después el que se le fue y, además, inspirar confianza a los demás.

Más tarde vendrá el reacomodo del PPdeG, saber si don Alberto optará por seguir hasta después de las municipales, o en su frontera, al frente de la Xunta y simultanear mientras el cargo con el de presidente del Partido, o se irá tras el congreso del mes que viene, si se presenta y lo gana. Pero esa será otra historia que habrá de afrontarse cuando esté más despejada, siquiera para el público, la incógnita de quién será el que lo releve, si se optará por el señor Rueda, que en definitiva sería correr el escalafón, o si aventura llegará más lejos. Todo se andará, en cualquier caso.

¿No??

Compartir el artículo

stats