El Gobierno argentino pactó ayer con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un rescate de 50.000 millones de dólares (42.500 millones de euros, al cambio actual) para frenar el derrumbe del peso y afrontar las dificultades de financiación externa. La divisa local reaccionó al alza -sin locuras, con una subida del 2% a cierre de esta edición- y redujo la intervención del Banco Central. Quizás el peso calmó los aspavientos porque, dicen los expertos, el calendario de cumplimiento de los ajustes fijados por Christine Lagarde es demasiado flojo. Sea como fuere, una de las economías más pendientes de las medidas que tenga que ejecutar el presidente Mauricio Macri es la gallega. Y, en concreto, la pesca.

Las empresas de capital gallego están principalmente asentadas en la Patagonia, en las provincias de Chubut y Santa Cruz, y reciben subsidios a la exportación dada la extrema dificultad de esta actividad por la carencia de infraestructuras (la ruta por carretera entre Buenos Aires y Puerto Deseado, donde tienen base las filiales de Pescanova o Profand, es de casi 24 horas, y de nueve si se toma un avión hasta Comodoro). "De momento no se ha dicho nada al respecto", explica Jorge Frías, responsable del principal sindicato de tripulación pesquera del país. "No es probable que América, o el Fondo Monetario Internacional, quieran impactar en la actividad porque estarían afectando a muchos más países". Pero como con Argentina nunca se sabe, y como el FMI ha pedido ahorros en materia fiscal, la industria de Vigo ya mira de reojo a Lagarde.