Como saben ustedes, la pasada crisis económica con sus seis años de duración estuvo a punto de quebrar España y tener que ser rescatada e intervenida como lo fueron Grecia, Portugal e Irlanda. La consecuencia hubiera sido la imposición por las autoridades europeas de una serie de medidas exigentes y drásticas para la población de las que, la más dolorosa, hubiera sido la rebaja de las pensiones -hasta un 25%- como ocurrió en esos países.

Ustedes me pueden argumentar: "es que la crisis fue global", y yo les contesto que sin duda es cierto, pero también lo es el hecho de que fue agravada por la quiebra y rescate de la mayoría de la cajas de ahorro mas importantes del país (gestionadas por políticos del Partido Popular y del PSOE), con la consecuencia de que, para sanearlas y reflotarlas, nos han costado a los españoles más de 60.000 millones de euros que se volatilizaron.

¿Quién tuvo una gran parte de culpa de aquel desatino? Pues el Banco de España con un incapaz al frente que se llama MAFO, que no ejercía el control adecuado, y que fue designado por otro incapaz que se llama Zapatero, que con sus desatinos casi nos lleva a la ruina. Es decir, que un puesto de responsabilidad tan importante como el de gobernador del Banco de España era designado y mangoneado por políticos y actuaba acorde con sus instrucciones y no con el criterio de lo que es razonable y bueno para el pro común de la nación.

Bueno, pues les digo a ustedes que la historia se puede repetir, porque los políticos actuales no quieren aprender la lección y, en vez de proceder este junio al nombramiento de un candidato responsable de esa importante institución que sea capacitado e independiente, el PP y el PSOE querían volver a las andadas y tenían la intención de pactar -excluyendo al resto de partidos- la designación de los nuevos puestos de gobernador y subgobernador; es decir, lo de siempre: tú pones uno y yo pongo otro.

La moción de censura rompió ese acuerdo y el PP se inclinaba por Hernández de Cos como candidato que, en mi opinión, es el adecuado por su independencia y pericia técnica. Lo que parece extraño es que las autoridades europeas, tan exquisitas y rigurosas en otros aspectos, no intervengan ni opinen sobre ese viciado procedimiento habitual para designar al gobernador que huele a monipodio y que nos puede volver a costar un pastón y muchos cientos de miles de puestos de trabajo. En fin, sin comentarios.