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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La evidencia

A pesar de que la Xunta afirma que hace lo que puede por afrontar el problema, es evidente que no basta un solo gobierno, ni siquiera el central, para combatir una crisis, la demográfica, que empieza por el rural y a este paso acabará afectando pronto también al mundo urbano. En todo caso, la estadística según la cual el agro gallego ha perdido 85.000 habitantes en ocho años debiera estremecer no sólo a los políticos, sino también a los sociólogos y por supuesto a los economistas. Y más aún cuando el problema va a peor, en apariencia de forma irremediable.

Y no debiera extrañar demasiado esa tendencia. Entre otras cosas porque no hay un plan conjunto, transversal y coordinado que sirva para hacer lo que se necesita: no sólo fomentar la natalidad sino antes que eso, retener población en las zonas en las que amenaza la desertización, y no sólo la climática sino la humana. Algo que, hay que reconocerlo, no es una tarea en absoluto fácil, primero porque exigirá unos recursos muy elevados que ahora no se vislumbran y, además, imaginación para repartirlos, de lo que el país no anda sobrado tampoco.

Claro que como lo susceptible de empeorar empeora -al menos eso estableció Murphy-, hay algo que destaca en la relación de lo que hace más difícil una reacción: que a pesar de que las palabras en sentido contrario abunden, los hechos -al menos en la dimensión que se requiere- no terminan de aparecer. Y es por eso por lo que la crisis más importante de cuantas padece o ha padecido hasta ahora este antiguo Reino, que es ésta, sigue y seguirá aumentando y amenazando el horizonte de futuro de un país que, como Galicia, merece tenerlo despejado.

Item más: ni siquiera las voces más serias de este país han conseguido aún despertar del todo a una sociedad que, al igual que su oficio político, parece saber mirar solo a corta distancia. Es por eso por lo que conviene repetir el aviso sin la menor preocupación de provocar alarma social; más bien al revés: en este asunto no sólo conviene hacerlo, sino conseguir que esa alarma sea general y movilice todos los recursos de que se disponga no ya para mantener el Estado del bienestar hasta donde se pueda, sino simplemente, la supervivencia del país.

En esa necesidad de despertar a quienes duermen tienen que participar todos los estamentos de una sociedad y, no en la retaguardia, también los medios de comunicación, que están entre los instrumentos más potentes para espabilar conciencias en una sociedad democrática. Y no para prestar un servicio a los gobiernos o a sus adversarios, sino a todos los habitantes de este antiguo Reino, que son los amenazados directos por la escasez de viviendas y/o créditos accesibles, por los salarios bajos y contratos de escasa o mínima duración y la falta servicios públicos adecuados, con ayudas de protección a la natalidad y una adecuación realista de las jubilaciones a la edad en que a día de hoy -y de mañana- se tenga capacidad física o intelectual para trabajar. Entre otras reflexiones, por supuesto.

¿Eh??

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