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La silenciosa

La mayoría silenciosa nunca ha sido bien vista por la izquierda, por ser poco amiga de revoluciones. Sin embargo, siempre ha estado ahí y es un antídoto infalible frente a las aventuras. La silenciosa no se manifiesta, no grita, no se deja ver casi, salvo en situación límite. Nadie sabe a qué temperatura se licua la silenciosa, tan metida en su fría oscuridad. Pero, atención, las elecciones son otro asunto. El mismo PSOE viene de un momento, junio de 1977, en que la silenciosa (de izquierda, en aquel caso) se echó a las urnas y a punto estuvo de subirlo al poder. Otras veces la silenciosa se queda en casa, provocando terremotos abstencionistas. En Catalunya la silenciosa, hasta ahora, ha guardado silencio, salvo en las encuestas. Querría pensar que dentro de un mes la silenciosa hablará de una vez, pero hay un dato que no cuadra con esta esperanza: ella siempre aparece por sorpresa.

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