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sol y sombra

Luis M. Alonso

La guerra ciber

La guerra de hoy es cibernética. Eso no quiere decir que no se repartan galletas de otro tipo, pero los ciberataques forman parte de una ofensiva global que pone en jaque a empresas y organismos en todo el mundo. La nueva modalidad terrorista es el secuestro de datos y el pago del rescate en bitcoins. El ciberespacio tiene bastantes más riesgos en la actualidad que las grandes operaciones de salida por carretera cuando llegan las vacaciones. Anteayer me advirtieron sobre la amenaza de un correo electrónico contaminante y hasta paralizante que tiene que ver con la advertencia de una factura impagada. Según parece el malware de los ata-ques se puede presentar como un archivo adjunto, en muchas ocasiones comprimido en formato ZIP, por medio de un correo electrónico. Si uno comete la ingenuidad de abrirlo no solo se instala en el ordenador sino que se expande también por la red. Es una bomba, digámoslo así, muy completa.

A las pérdidas económicas por la amenaza digital, hay que sumar la inquietud que generan los ataques de hackers que se vienen produciendo para influir en la voluntad de los electores y en los procesos democráticos. Estados Unidos investiga por ese motivo la ciberconexión con el Kremlin del pre-sidente inmobiliario y tuitero de la Casa Blanca.

Estonia, según dicen, ha inventado la pólvora para permanecer inmune a los ataques de los ladrones de datos. Monitorea constantemente sus servicios informáticos, usa criptografías y algoritmos para verificar las transacciones, y así seguir la pista de cualquier intercambio sospechoso. El método que se creó para dar vida a Bitcoin lo utilizan precisamente en el pequeño país báltico para salvaguardar su información de los ciberpiratas que piden el botín del secuestro a través de él. Siendo poco gracioso, no deja de tener su gracia.

Cuidado con los correos electrónicos.

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