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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

Simplezas en primavera

He escrito estas simplezas mientras viajaba hacia Bulgaria, a donde me han llevado mis afanes profesionales, en compañía de mi hijo Federico, pero también la búsqueda de descanso, después de sufrir unas tribulaciones de salud, que creo he superado. Les recomiendo vayan a este país, donde serán bien recibidos por gente buena y educada, hallarán gran riqueza cultural y monumental y se encontrarán con que todo es "bueno, bonito y barato", al menos con relación a otros países europeos. Confieso que recurro a las simplezas cuando no tengo acceso a las fuentes de mi biblioteca y las búsquedas en internet.

Las oraciones breves, concisas, de diferentes características y con peculiaridades retóricas distintas reciben distintos nombres: aforismo, axioma, adagio, apotegma, máxima, proverbio, refrán, sentencia, epigrama, haiku, tuits, metáfora, greguería? Ya han sido definidas en estos artículos, una y otra vez. Muchos han sido los autores conocidos que las han construido. Yo los he citado sucesivamente, uno tras otro, a lo largo de estas páginas dominicales

Mis simplezas son un género más humilde y menos pretencioso, a base de frases breves, unas fruto de mi observación y modo de interpretar la realidad diaria, es decir, engendradas de "la experiencia que es madre de la ciencia"; otras -aunque a veces ni caiga en ello-, el resultado de la lectura y como parte de mi registro subconsciente. O dicho de otro modo, una mezcla inconsciente de lo original y lo apócrifo. Tampoco les he ocultado mi atracción por la greguería más o menos imaginativa y más o menos realista y vital. Es por lo que les he declarado que mis simplezas son proloquios a medio camino entre la metáfora y la greguería.

Hacía mucho tiempo que anotaba estas reflexiones, cuando se me ocurrían, y se las remitía a mis familiares. Desde hace unos años, a partir de mi colaboración habitual en Faro de Vigo, he tenido el atrevimiento de pasárselas a ustedes, de cuando en cuando. Para ser exactos, hasta en 23 de estos sueltos he recopilado mis simplezas, pero eso sí, con plena conciencia que a mis locuciones les faltan muchos elementos mnemotécnicos, metro, rima y cadencia. En cualquier caso, y en esto también me repito, al entregárselas como artículo dominical les doy un merecido reposo de los textos que les ofrezco cada semana y que pueden resultar, en algunos casos, excesivamente plúmbeos y densos, y en otros, anodinos y sin suficiente contenido.

La legitimidad la otorga la mayoría, mas la verdad la confiere la razón.

Si te dicen que no das la talla, primero sube a la montaña y después mira hacia abajo con desdén.

Escribir es fácil, lo difícil es pensar y encontrar las palabras.

El inteligente se muestra sencillo y claro, el mediocre profundo y oscuro.

Muchos de los que mandan confunden una verdad a medias con una verdad y media.

Causalidad y casualidad suenan parecido, pero la primera se busca y la segunda se encuentra.

Cuanto más útil es algo, más se repite y menos interesa.

Si los políticos cumpliesen lo que prometen, dejarían de serlo para convertirse en transformistas.

Ideología es antitesis de idea. La primera me viene preestablecida y la segunda es mía.

El colmo de un narcisista es aburrirse de sí mismo.

El fanático es un incrédulo que impone ideas que no le son propias.

La gaita y la bota del vino parecen afines; más una me quita el aliento y la otra me lo da.

Cuanto más pagado de sí mismo, menos tiene.

Reía por todo y por nada, se diría que lo suyo era la muesca grotesca de la risa sardónica del tetánico.

Algunas sociedades, cuyo único fin y arte es el comer y beber de sus miembros, deberían llamarse sociedades secretas de la gula.

Los que agradan en exceso absorben nuestra personalidad.

Los grandes fumadores de pipa deberían nacer con la nariz en forma de trompa.

Arrepentimiento es un sentimiento siempre válido en lo espiritual y tardío en lo humano.

Un hombre desnudo sin porqué es como un paraguas dado la vuelta, pierde su razón de ser.

¿Por qué los historiadores de hechos recientes nos ocultan con frecuencia la verdad. ¿Tienen mala memoria, falta de perspectiva o memoria interesada?

Cuando en una pareja hay soledad, uno de los dos falta.

Unos gritos salen de la boca y otros del corazón. Los primeros irritan, los segundos desgarran.

El fanático es un incrédulo no convencido.

El que escucha la murmuración es ya maldiciente.

Solo los hombres ocupados tienen tiempo, los otros simplemente lo pierden.

Por el bien de la sociedad y del propio viejo, la edad no debería eximir al viejo del trabajo, solo cambiarle el quehacer.

La adulación es el triste fruto de la tiranía del que manda y de la indignidad del que obedece.

Casi siempre detrás de la palabra urgente está la desidia del que tardó en escribirla.

Nada requiere más paciencia que escuchar a un bobalicón que se cree sabio.

El equilibrio vital está en saber volar y plegar las alas.

Su existencia fue feliz, vivió cada día sin que le aprisionara ni el ayer ni el mañana.

En el toque de clamor de las campanas de mi pueblo escucho la voz viva del difunto que nos llama para despedirse.

Era bueno y generoso, nunca decía ¿quieres? sino toma.

Vale más mi conciencia que cien testigos y cien ruines sentencias.

No hay peor denunciante que mi propia conciencia.

El mayor regocijo de un barbero es cortarle el pelo a un calvo.

La lengua del infamante no tiene dientes, pero muerde.

No hay mejor palabra que la que no sale de la boca por respeto a otro.

Menuda paradoja, has de trabajar para tener descanso.

Darle un consejo a un terco o jabón a un puerco, son pérdidas de tiempo.

Porque sí y porque no, razones de necio son.

Prometer y no dar es adeudar.

El ruido es la carcoma del silencio.

El tiempo perdió su intimidad con el carbono 14.

Todo tiene su límite, el de una arboleda permitir ver el cielo.

La aspiradora es el verdugo del polvo.

Regalar un peine a un calvo es una ignominia.

Cobaya de laboratorio es el término que mejor define al recluido en el espacio físico de un reality show.

El derecho de libertad de conciencia es el derecho fundamental básico de los sistemas democráticos. En él se sustentan todas las libertades y derechos de la persona. Por lo tanto ni puede ser sustraído ni concedido por nadie ni nada.

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