Quizás usted recuerde ese gran discurso sobre la actividad política que nos ofrecía el comienzo de la película "The Adjustment Bureau" (2011, aquí en insólita traducción como "Destino oculto") donde un joven aspirante a senador por Nueva York, interpretado por Matt Damon, se despacha ante sus seguidores con una brillante arenga inusualmente sincera. El candidato, tras perder las elecciones, reconoce que el color de su corbata fue seleccionado por consultores, al igual que la cantidad de betún de sus zapatos. Un par de minutos que se encuentran ya entre las grandes escenas del cine.

La sociedad española ha alumbrado una nueva profesión: el consultor político, denominación más grata que la de "asesor", que traslada algunas connotaciones negativas del clientelismo que colonizó en España un relevante sector de la Administración. Nuestra realidad política presenta un escenario tan complejo que está favoreciendo esas figuras de apoyo en múltiples direcciones: campañas electorales, estrategia y comunicación política diaria, oratoria, debates, negociación .... Incluso la comunicación no verbal, el aspecto físico o la indumentaria son objeto de estudio y análisis.

Estos días de relajo veraniego he aprovechado para leer el manual "Consultoría Política", recientemente publicado por Editorial Amarante (816 páginas, 50 euros) donde colabora mi buen amigo salmantino el Dr. Miguel Lucas Postigo junto a un centenar de personalidades de la universidad, el periodismo o la política española e hispanoamericana. Como su nombre indica, la obra es un compendio de las diversas tareas de estos nuevos profesionales.

El dinamismo que ha tomado la política española durante estos últimos años afecta a todos los partidos. La mayor madurez ciudadana, la consolidación de una variada oferta de opciones junto a la pérdida y dispersión de los grandes monopolios de información (a favor de múltiples operadores) ha profesionalizado en España al consultor político, tan habitual en EE UU. Eso no significa que no sigamos adorando al expresidente uruguayo, Pepe Mujica y su Volkswagen Escarabajo, que se caracterizó por una vida austera y sencilla, lejos de preocuparse por su imagen, para tormento de sus colaboradores.

Nunca como ahora habían tenido tanta importancia los gestos, la comunicación y el liderazgo. Sino, vean el extremo cuidado que emplean todas las formaciones políticas para trasladar al electorado la idea de que son otros los culpables de una nueva convocatoria de elecciones a las Cortes Generales. La necesidad de maximizar los seguidores lleva a los candidatos a generalizar la ambigüedad de sus mensajes ante un electorado con intereses cada vez más contradictorios, en juego de suma cero sobre materias como la energía, la financiación autonómica o los escenarios de estabilidad presupuestaria. Los silencios clamorosos y la procastrinación de asuntos espinosos a medio plazo se han instalado en la política económica; su mayor exponente no es otro que la reforma del sistema de pensiones, cuya sostenibilidad financiera tiene una conocida fecha de caducidad que nadie quiere asumir, por impopular.

Frente a la tradición europea de consultores jurídicos emerge esta profesión, con una perspectiva más amplia y multidisciplinar; su actividad ya no se restringe al periodo electoral, siempre en la sombra, pues para ellos la política es el arte de lo que no se ve. Incluso pueden pasar de un partido a otro, porque son profesionales desapasionados de variado origen y formación, casi hombre-orquesta. No es la profesión más antigua del mundo aunque tampoco es una necesidad nueva.

Así, Cicerón, en el año 64 a.c., pidió ayuda a su hermano Quinto para presentarse como candidato (cándida toga, por la prenda blanca que les distinguía) al Consulado y este le redactó un breviario de la campaña electoral con recomendaciones que le permitieron alcanzar la unanimidad de las centurias en el Campo de Marte.

Dieciséis siglos después Baltasar Gracián ofrecía sabios consejos al cortesano en su "Arte de prudencia", cuyo aforismo 15 invitaba a "tener ingenios auxiliares y acompañarse de valientes de entendimiento que le saquen de todo ignorante aprieto, que le riñan las pendencias de la dificultad". No me extraña que una traducción inglesa de esa inmortal obra haya vendido recientemente cincuenta mil ejemplares reconvertida en manual de autoayuda para ejecutivos.

También existe la posibilidad de que algunos círculos de consultores aíslen a los políticos condicionando todo su comportamiento. Debemos reconocerle al cine norteamericano haber expuesto con crudeza los múltiples excesos que se pueden alcanzar en las campañas políticas.

En "El Candidato" (1972) ya se relataban las dificultades de Robert Redford para sobrevivir entre su grupo de asesores. En el ejercicio del poder, quizás sea "El Ala Oeste de la Casa Blanca", con millones de seguidores en todo el mundo, el mejor retrato del trabajo de los asesores del presidente y su obsesiva dependencia de la prensa y los sondeos.

Hoy se imponen en el mundo anglosajón los servicios del spin doctor, colaborador que promueve interpretaciones favorables para las palabras y acciones de una figura pública. El politólogo salmantino Manuel Alcántara los compara en el manual citado con "el jardinero de la política", que estudia el terreno, decide cuándo plantar las semillas, así cómo abonar y regar o proteger en función de las inclemencias. Otra simpática metáfora los divide en botijeros (compañía y consejo permanente) y botoneros (en segunda línea cuidando cada detalle) pero sin resaltar nunca su presencia. En cualquier caso, tienen bastante tarea los próximos meses, visto como anda de revuelto el patio político. A ellos nos encomendamos para no volver a votar esta Navidad.

*Sindico de cuentas