Faro de Vigo

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Ceferino de Blas.

La conexión de los símbolos

Son dos las personas del Faro que se citan como fundadores del Real Club Celta, en 1923: el periodista Manuel Castro "Handicap" y el abogado, Juan Baliño Ledo. El primero enseñó a amar el deporte a los vigueses desde las páginas del diario, y el segundo, gerente y teórico del periódico hasta los años setenta, puso su sapiencia jurídica para la constitución del club.

Suele olvidarse un tercero, Manuel Otero Bárcena, que fue director desde 1929 a 1944, y lo que no sabe la mayoría, propietario del periódico durante casi tres lustros.

Otero Bárcena es el caso paradigmático de esos grandes personajes de una época cuya memoria sepulta el paso del tiempo. No es infrecuente en Vigo, donde la celeridad es una de sus características.

Por fortuna, como dice el adagio, lo que se escribe permanece escrito - por eso el peligro de las hemerotecas para quienes tengan algo que ocultar-, las biografías de dilatada trayectoria perviven en las páginas de los periódicos.

De Manuel Otero Bárcena, si se juntasen las noticias que se refieren a su persona y los artículos que dejó escritos, llenarían un libro de cientos de páginas.

Que era uno de los personajes más influyentes de Vigo, y Galicia, queda patente por estos datos, sólo referidos a 1921.

Presidía el Casino, la sociedad recreativa más exclusiva de la ciudad, y desde esta plataforma es el principal promotor del avión "Vigo", un aeroplano adquirido por suscripción popular para intervenir en la guerra de Marruecos. Es la guerra más viguesa. Habían ido al frente como soldados varios jóvenes de las más importantes familias de la ciudad que se implica a fondo hasta conseguir que vuelvan.

Como empresario dará el golpe al fletar los primeros vagones frigoríficos para el traslado del pescado a Madrid, tras adquirir una flota de 20 vagones que circulaban con la bandera de Galicia.

Era la solución para los armadores y pescadores gallegos y resolvía el problema alimenticio a los consumidores del interior, que podían acceder a un producto fresco, hasta entonces sólo al alcance de minorías.

Cuando se constituye la primera directiva del Celta, en agosto de 1923, Otero Bárcena será segundo Vicepresidente. A él se debe especialmente haber conseguido del rey Alfonso XIII el título de "Real" Club Celta. No en vano los historiadores lo califican de "hombre de convicciones monárquicas".

De ahí que, cuando se mencione a los fundadores del equipo, haya que citar a tres hombres del Faro, "Handicap", Baliño y Otero Bárcena, no sólo a los dos primeros, como se acostumbra.

Ellos contribuyeron a convertir el periódico en un símbolo de Vigo, que se une a los clásicos del Cristo de la Victoria, la Reconquista y el olivo. Con su fundación coadyuvaron a que el RC Celta se convirtiera en el quinto símbolo de la ciudad.

Es evidente que existe una interconexión entre ellos por la aceptación y sintonía de la sociedad. Incluso el Cristo de la Victoria es aceptado como un símbolo de todos, por dispares que sean sus convicciones, por creyentes y no creyentes, desde la religiosidad y la laicidad. Un fenómeno peculiar, tal vez sólo comprensible para los vigueses, en el que juegan más los sentimientos que las ideas.

Los propios símbolos guardan una relación de interdependencia. Pero la conexión que se aprecia de forma más patente es la que se da entre el periódico y el equipo, porque trasciende lo intangible y entra en el ámbito de lo concreto.

No sólo existe por la participación clave de gentes del Faro en la fundación del club, sino por su prolongación en el tiempo.

Al igual que el periódico con su línea editorial influye en la formación del viguismo, también contribuye de forma clara en la conformación del celtismo. Ahí están los miles de páginas dedicadas al equipo y las opiniones de articulistas de todas las generaciones desde los orígenes a ahora. Y la recreación de su historia con libros que la recapitulan.

Periodistas del Faro se encargaron a lo largo de los años, primero de escribir la historia y después de recopilarla e interpretarla. A ellos se deben diversos libros sobre el Celta, algunos practicamente desaparecidos, raros y de interés de bibliófilos.

Un pontevedrés, redactor durante varias décadas, Leoncio Silva Sobral, escribió dos libros sobre el Celta, ambos en compañía. El primero abarca la historia del club desde la fundación hasta los años cuarenta, y lo firma con Aurelio Domínguez. El segundo tiene de coautor a Luís del Valle, con el título de: "Real Club Celta, su vida, sus triunfos y sus derrotas".

A finales de los años ochenta, el popular redactor deportivo, Manuel Tourón, publicará "Un Celta de primera", con prólogo de Miguel Muñoz, leyenda celeste y del fútbol español.

Pero la historia definitiva corresponde a quien fue durante muchos años jefe de la Sección de Deportes, Fernando Gallego, que ha publicado ya dos auténticos tratados. El último es la más amplia, completa y mejor ilustrada historia del Real Club Celta. Es el trabajo de una vida de un cronista deportivo y celtista: presume, con razón, de no haber perdido ningún partido en Balaídos desde que era joven.

Sirvan estos apuntes para refrescar la historia fundacional y literaria de uno de los símbolos de Vigo, que el próximo mes celebrará un nuevo aniversario y comenzará una liga ilusionante de la que, como ha hecho desde su fundación, dará cuenta Faro. Es la traducción a la práctica de la conexión de los símbolos vigueses.

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