El peso del sector turístico en la economía gallega es incuestionable, igual que lo es su efecto multiplicador, tanto en las actividades directamente vinculadas a esta industria como a la cadena de sectores que se ven beneficiados por ella, por lo que se requiere de toda la atención y adecuada gestión por parte de los responsables públicos.

Tengo por costumbre incidir en dos premisas que me parecen básicas para progresar y consolidarse en el mercado turístico; la primera corresponde directamente al papel que debe desarrollar la Administración, potenciar el destino único, aquí habría que matizar el modo, y la segunda la que corresponde a los empresarios, la calidad en la prestación de sus servicios.

Galicia, para crecer en el sector, debe ser ofertada como una marca global y destino único. Esto no impide, y así debería ser, que se oferte toda la diversidad que la conforma. La Administración está obligada a desarrollar su papel gestor y también el de la coordinación entre administraciones que, en demasiadas ocasiones, provocan desbarajuste con la consiguiente mala imagen. Podemos observar estrategias contrapuestas y una gestión incorrecta de los recursos, es decir, una merma de estos que perjudica directamente a la industria y no impulsan su desarrollo. Por otra parte, ninguna de las competencias propias del ámbito público deberían ser ejercidas de hecho por manos de agentes privados, porque se podría incurrir en dejación de funciones.

En relación con los empresarios, el trabajo constante que ser realiza y en el que conviene ahondar en pro de la calidad es prioritario. La imagen y el grado de satisfacción que los turistas perciben del destino escogido induce directamente en su deseo de repetir, para ello la calidad de los servicios es fundamental y la industria gallega debe pivotar su oferta siempre sobre esta premisa, que es lo que le permitirá diferenciarse y fidelizar al turista a la excelencia de variedad, productos y entornos de nuestra comunidad.

Es una prioridad de responsabilidad compartida, entre Administración y agrupaciones empresariales, la apuesta decidida por la innovación, la formación a todos los niveles y el asesoramiento por los institutos tecnológicos, universidades y otros centros formativos. Desde el punto de vista de los expertos no se está optimizando a máximo el nivel, por lo que habría que buscar vías para que el know how turístico del mundo académico y docente pudiese ser mejor aprovechado.

Por parte de la Administración, entre otras muchas decisiones de difícil explicación, se observa el nombramiento, ante instituciones y organismos clave en la potenciación de la formación y gestión de la industria turística gallega, de perfiles inadecuados en cuanto a cualificación y prestigio.

Lo expuesto anteriormente, en cuanto a la transferencia el know how turístico y de los perfiles de los gestores, podría parecer una cuestión baladí, pero no lo es, y si observamos a otras comunidades y países en los que la industria turística es sobresaliente, ambas observaciones se realizan en sentido contrario de lo que ejecutado en Galicia.

Expuesto lo anterior, en cuanto a las previsiones del sector para la Semana Santa 2016, uno de los períodos de mayor facturación, podemos manifestar sin concretar porcentajes, sobre todo porque en esta fechas nuestro principal turista es de ámbito nacional y el retraso en las reservas de última hora es un rasgo muy idiosincrásico de los españoles, que se mantiene la tónica de incremento y buenos resultados del año pasado que rompe con los duros años de crisis que tanto afectó al sector.

La previsión es que nos movamos en una horquilla entre el 70% y el 80% de ocupación en los establecimientos turísticos de hospedaje, con distinto porcentaje dependiendo del tipo de establecimiento y de la zona. Aunque el turista que visita nuestra tierra no busca "sol", es evidente que el factor clima influye positivamente en el grado de ocupación en nuestra amplia gama de hospedaje, así como en el incremento de usuarios de restauración y otras actividades complementarias del sector.

No quiero finalizar esta colaboración que se me ha pedido que realice desde el ámbito de la transferencia de conocimiento académica aplicada a la industria turística, sin manifestar lo que considero una obligación profesional. Del mismo modo que en otros sectores industriales básicos para el buen funcionamiento de nuestra economía nacional y autonómica, la inestabilidad política y la corrupción que sacude a este país en general son un innegable lastre social y un enorme impedimento para que la industria turística puedan crecer y general empleo. Por lo dicho anteriormente, es imprescindible que se solvente este cáncer de una manera inmediata, tajante y eficaz.