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Fin de trayecto

"Un hombre de 87 años atropella a un pelotón y mata a un ciclista" (El País), "Un conductor de 87 años atropella a un grupo de ciclistas en A Guarda" (ABC), "Un ciclista muerto y siete heridos al ser atropellados por un conductor octogenario en Galicia" (El mundo), "Un ciclista muerto y siete heridos tras ser arrollados por un conductor de 87 años" (Diario Público), "Un ciclista fallece y otros siete resultan heridos en un atropello en A Guarda" (Faro de Vigo), "Un ciclista muere y otros siete resultan heridos tras ser atropellados en A Guarda" (La Opinión de A Coruña), "Dos ciclistas muertos y seis heridos por un atropello en A Guarda (Pontevedra)" (The Huffington Post). Misma noticia, tratamiento dispar. El primer grupo de periódicos digitales hace hincapié en la edad del conductor que arrolla a los ciclistas. El segundo grupo pone el acento en las consecuencias del atropello. Aquellos parece que ya hayan determinado la causa del accidente. Estos no se pronuncian al respecto. Sin duda, el tratamiento informativo del segundo grupo de medios es más aséptico que el del primero, que parece teñido -probablemente sin mala intención- de un inconsciente sentimiento de rechazo hacia la senectud.

Pero los medios de comunicación no son los únicos que parecen mostrar alguna suerte de prevención hacia la edad provecta. En efecto, al día siguiente de aparecer la noticia, se informó de que la Fiscalía de Seguridad Vial, dada la avanzada edad del conductor, iba a investigar si este reunía las condiciones aptas para conducir mediante una revisión médica extraordinaria ante el Sergas, y, en función de los resultados, las circunstancias en las que obtuvo el preceptivo psicotécnico. Me pregunto si, en el caso de que tuviese una edad significativamente menor, se habría procedido de la misma manera. No se olvide que, en este caso, el conductor dio negativo en la prueba de alcohol y drogas, tenía en regla el seguro y la ITV y había renovado el pasado 26 de febrero el permiso de conducir. Por tanto, a priori se trataba de un automovilista que cumplía escrupulosamente con sus obligaciones respecto del vehículo (con seguro en vigor e ITV pasada) y de sus capacidades psicofísicas (sin consumo de alcohol, ni drogas y con sus aptitudes recién comprobadas por un centro psicotécnico debidamente autorizado por la Administración para la práctica de las pruebas correspondientes y emisión del certificado acreditativo de aquéllas). ¿Cuál fue entonces el pecado del conductor para que se desconfíe de su habilidad para conducir? ¿Tener 87 años? ¿Por qué ese celo investigador y por qué se califica de "llamativo" el dato de su edad?

Precisamente, ya existe una lógica previsión legal de reducir el período de vigencia del permiso de conducir a partir de los 65 años (pasa de 10 a 5), con la cautela de que dicho período podrá incluso limitarse si, al tiempo de la prórroga de su vigencia, se comprueba que su titular padece enfermedad o deficiencia que, si bien de momento no impide aquélla, es susceptible de agravarse. No hay noticia de que haya sucedido tal cosa en el presente caso, por lo que no parece razonable deducir que la causa del accidente esté relacionada con la edad del conductor. Además, ¿por qué se sospecha del psicotécnico? ¿Hay algún indicio de irregularidad en la emisión de certificados a personas mayores? ¿No lo hay en cambio respecto de conductores jóvenes? ¿Por qué esa desconfianza selectiva?

Lo que resulta incuestionable es que no debe ser autorizada a conducir aquella persona que no posea determinadas aptitudes. Quien por ejemplo tenga poca agudeza visual, una deficiente audición, algún trastorno del equilibrio o neuromuscular, ciertas patologías que puedan alterar la percepción de tiempos y distancias, problemas cardiovasculares o del sistema nervioso con probable compromiso del nivel de consciencia, etc., no debe ponerse al volante. Es evidente que la seguridad vial es un valor que debe ser protegido y no puede consentirse que se vea comprometido por la conducción de quien no está en condiciones de llevarla a cabo. Nos jugamos mucho en ello. Pero no es de recibo invocar simplemente el dato de la edad para descalificar de buenas a primeras la aptitud de alguien para conducir. Y desde luego sobran los ejemplos de atropellos tan dramáticos como este a cargo de conductores bastante menos añosos cuyas causas tienen nombre y apellidos: exceso de alcohol, consumo de drogas, velocidad elevada, conducción temeraria, etc. Si el conductor implicado en el atropello de A Guarda tiene responsabilidad penal será algo que tendrán que determinar los jueces en el seno de un procedimiento penal que ya se ha incoado, pero no me cabe la menor duda de que no habrá referencia alguna a su edad más allá de consignarla como un dato más en la identificación del conductor. Y no podría ser de otro modo, pues si se insistiera en ello como causa del accidente se estaría vulnerando el art. 14 de la Constitución, el cual proscribe toda discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social (incluyéndose también, como ya afirmó tempranamente el Tribunal Constitucional, la edad).

Pero ojo. Que la edad tampoco es siempre un problema, pues esta sociedad tan "avanzada" en la que vivimos tiene bastantes menos remilgos hacia sus viejos cuando, por necesidades laborales, les encargan del cuidado de la prole o les endosan a los nietos para marcharse de vacaciones a un balneario o a un SPA a "desestresarse". Del llamado síndrome de la abuela esclava parece que no hayan oído hablar o directamente no les interesa el tema. Algunos tampoco son particularmente melindrosos a la hora de confiscarles sus pensiones si se les ponen a tiro. Para eso sí son aptos nuestros mayores, pero no por lo visto para manejar un utilitario.

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