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De vuelta y media

Diputación, honras y distinciones: de Méndez Núñez a Valle Inclán

El equipo de gobierno PSOE-BNG ultima una purga de la institución en su historial de prerrogativas relacionadas con el régimen franquista

Exactamente treinta años después de su nacimiento en 1836, la Diputación de Pontevedra concedió su primera distinción importante, que vista desde la perspectiva actual constituye todo un fiasco. No por la persona, ni mucho menos, sino por la motivación.

A propuesta del diputado provincial Javier Mugartegui, la institución acordó el 28 de agosto de 1866 la creación de una medalla de plata (entonces más valorada que el oro) para enmarcar "el glorioso hecho de armas del Callao", honra que personificó en el jefe de la flota española, Casto Méndez Núñez. Aquella moción resaltó una gran victoria que la propia historia puso en cuestión más tarde.

La Diputación de Pontevedra cumplirá esta misma semana (12 de febrero) 180 años de vida azarosa. Para entonces este organismo amenazado de muerte acaba de anunciar una purga total de prerrogativas relacionadas con el régimen franquista.

Desde aquella primera medalla de plata para don Casto, la institución provincial creó todas estas honras y distinciones. A saber:

Presidente perpetuo, presidente honorario, diputado honorario, hijo adoptivo, hijo predilecto, gran collar, insignia de oro, medalla de plata y corbata de la provincia, además de la medalla de oro, a cuyos receptores dedicamos la crónica anterior.

Curiosamente Daniel de la Sota Valdecilla pasó a la historia como único presidente honorario designado en 1949, porque Franco no quiso compartir tal título y prefirió convertirse en presidente perpetuo en 1952. Luego se distinguió con esta misma nominación a Juan Carlos I en 1980.

Aquel reconocimiento obtenido por De la Sota se amplió en 1952, cuando recibió una medalla de oro, y también se proyectó sobre los componentes vivos de su primera corporación provincial (1924): Mauro Alonso, Gaspar Massó, Álvaro Losada, Leopoldo Alonso, José Olmedo, José Benito Porto, Guillermo Sarmiento y José Suárez, se convirtieron en diputados honorarios, un título no concedido a nadie más desde entonces.

A José Cuiña, "caudillo del Deza" por méritos propios, las honras dispuestas por la Diputación hasta su mandato le parecieron insuficientes para Raúl Alfonsín. Nieto de emigrantes de Ribadumia, el presidente de la República Argentina llevó a gala aquel origen gallego y visitó Pontevedra en cuanto pudo, mostrando en todo momento simpatía, cariño y cercanía a todos sus paisanos.

Así surgió el gran collar de la provincia de Pontevedra, que la institución concedió al presidente Alfonsín el 3 de marzo de 1988, junto al título de hijo adoptivo, tras una segunda visita a esta tierra de sus antepasados.

En cuanto a entidades y organismos, además de algunas medallas, la Diputación concedió dos corbatas de la provincia a la bandera de la Escuela Naval Militar (1967) por su identificación con Pontevedra, así como a la bandera del Grupo 43 de las FAS (1984), por su encomiable labor en la extinción de incendios forestales, después de perder a tres de sus integrantes en acto de servicio.

Por razones fácilmente comprensibles, el capítulo de hijos adoptivos fue el más numeroso y también el más discutible.

Los dos beneficiarios más antiguos resultaron José Elduayen (1880), ministro de Ultramar, por su mediación en la construcción del puente sobre el Miño y el empalme férreo de Valença con Vigo, y Raimundo Fernández Villarverde (1885), ministro de Gobernación, por su apoyo decisivo para frenar una epidemia de cólera que no pasó a mayores.

Cuarenta y cinco años pasaron luego, hasta la merecida nominación de Cruz Gallástegui Unamuno (1931) por todos sus trabajos al frente de la Misión Biológica.

A partir de 1951, durante el régimen franquista no hubo más hijos adoptivos que gobernadores civiles (José Solís Ruíz-1951, José González-Sama García-1965, y Ramón Encinas Diéguez-1970) y ministros (Pedro Nieto Antúnez-1963, Manuel Fraga Iribarne-1965, y Gonzalo Fernández de la Mora-1973), salvo honrosas excepciones.

Esas excepciones correspondieron a José Luís Taboada García (1969), presidente adjunto del Consejo Económico Sindical Interprovincial del Noroeste y delegado nacional de Provincias; José Fernández López (1974), patrono y mecenas del Museo, que llevaba contabilizada la donación de 653 valiosos objetos, otras 350 obras en depósito y el coste del edificio al que dio nombre, y Ramón Varela Núñez (1975), decano de la Facultad de Medicina de Santiago, que convirtió al Hospital Provincial en centro asociado y apadrinó la creación de la Escuela de Enfermería.

Además de Raúl Alfonsín, el otro hijo adoptivo del período democrático fue Alexandre Bóveda Iglesias (2004).

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