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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

Suelo empresarial por un tubo

Sacar la industria fuera de los centros de la ciudad fue el objetivo perseguido durante años por numerosos gobernantes. Se avanzó mucho en esta iniciativa y raras son las empresas abiertas en los cascos urbanos gracias a importantes proyectos como los de O Pousadoiro, Sete Pías, Bamio en donde se asentaron en los últimos años aquellas fábricas de mayor actividad como Lantero, Megasa o Fundivisa, por poner los ejemplos más notorios en Vilagarcía. Esa fiebre del traslado a los polígonos fue remitiendo poco a poco y ahora apenas quedan unas pocas industrias que todavía molestan al desarrollo urbano, caso de algunos almacenes de construcción, de frutas o chatarrerías, que aún proliferan en la más próxima periferia de los núcleos de O Salnés.

Y esa es la oportunidad para que los gobiernos locales activen el traslado de estas empresas a los desérticos polígonos industriales que tanto dinero han costado a los administrados, casos de Barro-Meis, Baión, Catoira, Nantes, que están vacíos por una falta de sensibilidad de los que promueven este suelo, cuyo precio es prohibitivo para la mayor parte de los pequeños empresarios que podrían cambiar sus instalaciones.

Aunque es verdad que los ayuntamientos, como el de Vilanova o Cambados, se las ingenian para dar vida a sus polígonos, con sus proyectos de instalación de viveros de empresas, no dejan de ser iniciativas insuficientes.

La única posibilidad para dinamizar estas costosísimas infraestructuras pasa por bajar el precio del suelo a mínimos históricos, aunque pueda parecer paradójico. En alguna época se ofrecía gratis a los emprendedores. No hace falta llegar a ese extremo con el que antaño animó Portugal su economía, si bien no estaría de más ofrecer diez o más años de carencia a proyectos que puedan significar creación de empleo en una comarca que no es capaz de bajar de los 12.000 parados.

La propuesta nada tiene de descabellada pues ¿quién atisba el final del túnel de la crisis? Los cuatro polígonos llevan más de un lustro vacíos cuando deberían estar a pleno rendimiento. Las administraciones tiene muchas fórmulas para ayudar a la creación de empleo pero son demasiado cortoplacistas para que sus soluciones tengan un óptimo resultado.

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