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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Contra la corrupción, burocracia

Firmemente decididos a poner fin a la mangancia de guante oficial, el PSOE y Podemos anuncian la creación de nuevos organismos para poner coto a esa lacra. Si Sánchez promete una Oficina Anticorrupción, su colega Iglesias eleva la apuesta con una Secretaría de Estado contra la Corrupción, que es cosa de más rango y, por lo tanto, mayor eficacia.

Hombre, dado el nivel que el arte de mangar desde el despacho ha alcanzado en España, lo lógico sería dedicarle tres ministerios y un par de vicepresidencias a tan grave asunto; pero ellos sabrán. Lo peor que pudiera ocurrir es que de aquí a unos años se produjese algún desfalco o no más un pequeño trinque en cualquiera de esos departamentos fundados para eliminar los malos hábitos de los gobernantes.

Para corromperse basta con gobernar, como descubrió en su día Lord Acton, que a pesar de ser católico descreía de la bondad innata de los Papas. "El poder tiende a la corrupción y el poder absoluto corrompe absolutamente", sentenció el noble británico en su famosa frase sobre los vicios que acechan a los poderosos: ya sean reyes, ministros o pontífices.

No es que la corrupción sea asunto nuevo en España, aunque ahora lo parezca al salir a flote toda la porquería embalsada por los dos grandes partidos que gobernaron el país en los últimos años. Nada de esto les pasaría si hubiesen estado en la oposición.

Al partido conservador en el Gobierno -aunque sea en funciones- le surge cada día un corrupto con la misma facilidad que los granos en la cara de un adolescente. Los tiene grandes, pequeños y medianos; de la última legislatura de Rajoy y de la de hace una década, cuando el que estaba al mando era Aznar. El surtido parece variadísimo, aunque en justicia conviene recordar que también lo fue en los tiempos ya olvidados del socialdemócrata Felipe González.

Por aquella época anduvieron en tratos no deseados con la Justicia los gestores de los principales organismos del país: desde un gobernador del Banco de España a la responsable del Boletín Oficial del Estado o el director general de la Guardia Civil; por no citar ya los casos menores de algunos ministerios. Se dice que todo aquello le costó el gobierno a los socialdemócratas, aunque mucho es de temer que, al igual que ahora con los conservadores, la causa fuese más bien el malestar económico que el derivado de la corrupción.

Es una cuestión de sensibilidad. Hay países donde los gobernantes se cogen la conciencia con papel de fumar y dimiten por haber plagiado una tesis doctoral, dejarse pagar unas vacaciones o, simplemente, contarle mentiras al pueblo, como hizo Nixon.

A falta de una moral de los asuntos públicos tan severa como la de esos países de tradición luterana, los mediterráneos -tal que España e Italia- sostienen la idea de que cualquier problema puede resolverse con un decreto en el BOE. Y dado que los jueces tardan mucho en empapelar a los corruptos, nada mejor que agilizar los trámites con la creación de una oficina o tal vez un viceministerio que vaya por ahí cazando políticos mangantes con el mismo empeño que Eliot Ness ponía en pillar contrabandistas de whisky.

No es seguro que el método vaya a funcionar en este país donde los servicios se facturan con IVA o sin IVA; pero al menos se crearán unos cuantos puestos de trabajo. Ahora solo falta montar un Ministerio de la Burocracia para reducir la burocracia.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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