Que si, que siete meses dan para mucho, también en política. Y ese es el tiempo que ha pasado, más o menos, desde que se constituyeron las nuevas Corporaciones municipales y volvió a tomar posesión como alcalde de O Grove el socialista Antonio Cacabelos. Desde que recuperó el bastón de mando ya pudo hacer cosas, y más cuando se supone que era un hombre experimentado, pues había ocupado el mismo sillón entre 2007 y 2011.
Por eso transcurrido este tiempo, y dado que mantiene un extraño silencio desde hace meses, quizás sea el momento de empezar a exigirle respuestas y/o acciones que sirvan para dar cumplimiento a su programa. No cabe duda de que es extenso y ambicioso, de ahí que convenciera a los votantes, e incluso cabe la posibilidad de que ya ejecutara las primeras acciones programáticas y lo mantenga en secreto por alguna extraña razón, lo cual resultaría sorprendente en un político.
Por si acaso, con la confianza de que a final de mandato Antonio Cacabelos pueda presumir de haber cumplido sus promesas, ya que eso sería bueno para el pueblo, quizás sea el momento de examinar los pasos dados y desmenuzar los diferentes capítulos del programa para ver cómo avanza su gestación en estos siete meses. En "Infraestructuras y servicios", por ejemplo, los socialistas planteaban en las pasadas elecciones "no abandonar el trabajo para conseguir infraestructuras turísticas fundamentales como el puerto deportivo", y al mismo tiempo prometían "un especial esfuerzo en el mantenimiento de elementos de atracción turística ya existentes como el Museo de la Salazón y la búsqueda de nuevos proyectos de musealización" en Adro vello, la Ruta dos Muiños y los asentamientos arqueológicos. Cierto es que el Museo de la Salazón, al menos, sigue en pie, aunque eso de potenciarlo ofrece más dudas. Del puerto deportivo, Adro Vello y los molinos casi mejor no hablar, ya que sonaría a burla. Quizás sea mejor no tocarles, para así hablar de ellos de nuevo en el programa electoral de 2019.