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Ridi Pagliaccio... ¿Ficción o realidad?

El 21 de mayo de 1892 se estrenaba en Milán -con un joven Toscanini a la batuta y un magnífico reparto en el que estaba el gran barítono Victor Maurel- "Pagliacci", la primera ópera de Ruggero Leoncavallo. Este compositor no lograría acercarse ni de lejos, en toda su carrera, al éxito que obtuvo con ésta su primera obra algo que, como suele pasar, lastró el resto de su producción operística.

La historia era acorde el realismo que impregnaba las corrientes literarias y dramáticas de finales del s. XIX. Un payaso, propietario de una humilde y marginal compañía de cómicos de la legua, asesina a su esposa comediante y su amante en medio de una función, confundiendo el teatro con la realidad, ante los espectadores que asisten a la representación. La cuestión es: ¿La historia es cierta, tal y cómo adelanta el prólogo de la ópera, o es falsa?

Veamos, Leoncavallo siempre dijo que la historia que cuenta su ópera era cierta y que los hechos fueron juzgados por su padre Vincenzo cuando estuvo destinado como magistrado en Montalto Uffugo, un pueblecito de Calabria. El compositor así lo afirma y nos lo cuenta con todo lujo de detalles en sus "Appunti Autobiografici". Hoy sabemos que todo esto es falso. No hay ningún acta judicial del archivo de la circunscripción de su padre que recoja estos hechos.

Entonces, ¿por qué se inventa esta historia Leoncavallo? La respuesta la tenemos en el drama teatral "La femme du Tabarin" de Catulle Mendès, que se estrenó en París en 1887. Leoncavallo tuvo una juventud bastante azarosa. Tras desertar del ejército italiano en Egipto se trasladó a París, dóonde permaneció hasta 1888. Allí se ganó la vida como pianista en cafés y lupanares, como el célebre salón de Madame Charpentier, a donde acudía lo más granado de la intelectualidad parisina. Tan seguro que conoció la obra de Mendès, de moda en esa época en la ciudad del Sena, como que se inspiró en la misma para el libreto de su "Pagliacci". La respuesta de Mendès no se hizo esperar cuando asistió a una representación de la ópera en Burdeos en 1896. Acusó duramente de plagio a Leoncavallo quien se defendió con la supuesta historia que juzgó su padre y acusó de plagio, a su vez, a Mendès, por haber copiado "Un drama nuevo" del español Tamayo y Baus. Al final, la sangre no llegó al río y no se interpuso denuncia tras múltiples cartas, y acusaciones de plagio en diversos periódicos, por parte de ambos autores.

Lo que si tenemos claro es que, además de la obra de Mendès, si Mascagni no hubiese estrenado su maravillosa "Cavallería Rusticana" en Roma en 1890 e inaugurado con ello el verismo, seguramente tampoco conoceríamos "Pagliacci", por eso sus suertes van generalmente unidas tal y como disfrutaremoshoy el Teatro Afundación.

*Director Artístico de la Asociación Amigos de la Ópera de Vigo

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