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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Por a Serra do Courel

Expedición a la Serra do Courel para ver cómo noviembre acaba de pintar en delicados tonos ocres el paisaje del otoño. Aún no había amanecido cuando me vienen a recoger y camino de Lugo viajamos bajo una niebla espesa que apenas da referencia de la ubicación. Tanto que, a la altura de Guitiriz, prácticamente nos pasa inadvertida la gasolinera donde se produjo la famosa entrevista entre el empresario lucense Dorribo y el exministro socialista José Blanco, más conocido familiarmente como Pepiño. Los enormes camiones y los veloces turismos entran y salen de nuestro limitado campo de visión como entes fantasmales, pero no nos hacen perder el rumbo.

A media subida hacia Pedrafita do Cebreiro, allá donde la leyenda artúrica asegura que Sir Galahad, el caballero más joven y más guapo de la Mesa Redonda, anduvo buscando el cáliz de la Última Cena, sale por fin el sol y el ánimo de los expedicionarios, que iba un tanto encogidos por la falta de horizontes, se esponja un poco. Paramos a comprar provisiones de boca (entre ellas, dos espléndidas empanadas de carne de una panadería de As Nogais y dos botellas de un buen mencía a increíble precio de anteguerra) y reanudamos la marcha con mejor ánimo.

La gira, como aquella del coche de San Fernando de nuestra infancia, "un poquito a pie, otro poquito andando", resultó gratísima. No habrá cosa mejor para un grupo de urbanitas veteranos que sumergirse durante unas horas en un paisaje de árboles, silencio y rumores de agua que corre, mientras las piernas y los pulmones no pierdan fuelle. Además, tuvimos los expedicionarios el placer de ser guiados en ese paraíso por dos médicos (Ánxel de la Cruz y Carlos Somoza) tan cultos como buenos conocedores del entorno y de la obra del poeta, Uxío Novoneyra, que mejor lo cantó. El uno y el otro se fueron prodigando en explicaciones y anécdotas sobre la flora y la fauna del lugar y los que, como es mi caso, somos prácticamente analfabetos en botánica se lo agradecimos mucho.

Don José María Castroviejo, que fue cazador por estas tierras, las describió con prosa exuberante en su "Guía espiritual de Galicia" ("Con la lenta opulencia del otoño -escribió en castellano- el gran bosque antiguo es una pura ascua de oro"). Luego, describe toda la variedad de árboles y plantas que ve, y termina con rendida admiración: "la maravilla se acrecienta". Y así estuvimos los expedicionarios, maravillados y extasiados.

Pero, sin negarle su mérito al escritor moañés que pidió para O Courel la calificación protectora de parque nacional, prefiero, por más sentidos, los versos en gallego de Novoneyra tal y como nos los recitó espléndidamente el también escritor tudense Ánxel de la Cruz. Dicen así: "Eu son isto que vexo e que me vei/ Faro, Irimio, Cervantes, Capeloso, Montouto, Rebolo? Cumes mouras do Caurel/Montes de sol e auga/ O sol baixa de cara coma un pai/ A frol da braña?" Pero no todo fueron poéticas exaltaciones. La lírica abre el apetito y dimos buena cuenta de las dos empanadas de carne de la panadería de As Nogais y de las dos botellas de mencía cerca de la casa donde vivió el poeta.

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