Frente a todos aquellos que desde Galicia culpaban a Madrid y sus recortes del batacazo en las elecciones municipales, la remodelación de la Xunta, de profundidad, evidencia que no era el único reo y que aquí también se pudieron cometer fallos que ahora obligan a mover ficha. Y también se evidencia que la austeridad, que redujo a ocho las consellerías, no es una regla infalible. Ahora vuelven a ser diez, entre otras razones, por desdoblar, como parece de sentido común, las áreas de pesca y agricultura.
OPINIÓN