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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los pródigos

Así que, por si aún quedase alguna duda acerca de la caradura con que actúan aquí tirios y troyanos -que dicen defender lo común pero arriman el ascua a su sardina siempre que pueden- bastaría para eliminarla el dato que publicó este periódico sobre la prodigalidad de concellos y diputaciones gallegas en víspera electoral. Porque se han gastado para obras -curiosamente durante ese tiempo- un 82,4 por cien más de lo que antes invertían.

(En realidad, y por ser del todo exactos, habría que hablar, más que de gasto efectivo, de anuncios de proyectos y sus presupuestos. Matiz obligado porque no resulta extraño que a las obras que se programan en ese tiempo les pase lo que a los muertos de los que -en duelo singular y por pendencias amatorias- alardeaban Mejía y Tenorio y que este aseguraba de los del contrario que gozaban de una salud excelente. O sea, que el alarde era mentira.

Dicho de otro modo y en lo que se refiere a los concellos e instituciones cuya prodigalidad se multiplica, que una vez pasadas las fechas claves para el voto, la ejecución de los proyectos queda en suspenso o se la lleva el viento de la historia. Y así, hasta la próxima, una y otra vez sin que sus predicadores se inmuten; seguramente porque, como lo hacen todos, a nadie daña de forma definitiva y concreta. Y, por supuesto, a unos y otros beneficia.)

Algunos evangelistas del sistema replican que la crítica global es inexacta y por tanto injusta; que se ha detectado el problema y que ya se legisló, al menos en Galicia, para resolverlo. Y se cita como prueba la norma que prohíbe las inauguraciones en fechas inmediatas a las elecciones para evitar el uso propagandístico de los Presupuestos. Lo curioso es que no se limita el margen de la oposición para descalificarlos.

Esa norma, que realmente existe pero que resulta de confusa aplicación -no debe olvidarse el refrán que avisa de que "quien hace la ley hace la trampa"-, deja fuera promesas e intenciones, aunque en algunos casos resulte obvio que sólo tienen un objetivo electoralista. Y ya va siendo hora, la verdad, de que se aborde en serio el asunto para hacer bien las cosas.

Acabar con los pródigos que gastan con pólvora del rey no será tarea fácil, por lo dicho y por la abundancia de los que están dispuestos a buscar el modo de burlar la prohibición. Pero alguna vez habrá que empezar, porque la salud de la democracia está en juego y con ella la confianza de los ciudadanos en el auténtico valor de eso que algunos parecen haber inventado y que llaman "regeneración". Aunque, por desgracia, muy pocos, si hubiere alguno, parecen estar dispuestos a aplicarla en serio.

¿Eh...?

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