Y aprovechando la celebración de la jornada, desde el anuncio de su celebración sobre todo en las redes sociales se ha reavivado la insulsa polémica de siempre sobre la Escuela Naval Militar. Aquí somos así siempre; nos quejamos cuando no hay algo y también cuando lo hay. Es otra de esas batallas eternas que no llevan a ninguna parte. La Escuela Naval, en este momento (y expreso mi libre opinión con la que sé que algunos no están de acuerdo), es un centro académico en el que estudian dos carreras a la vez varios cientos de jóvenes. En este recinto trabajaron miles de personas a lo largo de las más de siete décadas de su existencia y estoy seguro de que, si no existiese y el Gobierno anunciase su creación, sobrarían ciudades que la reclamasen para sí. Puede polemizarse sobre si ocupa más o menos terreno de la villa pero esa es otra cosa porque, todos los que vivimos en la actualidad ya nacimos con ella ahí y ahora no se podría borrar con una goma como si fuera un dibujo, igual que ocurre con el puerto. Nuestros antepasados apostaron por ambas cosas y ahora es lo que tenemos. Negar la incidencia económica y social de esta Academia, única en España es, creo, injusto.
