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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

La tele impulsa la lectura

Debuta estos días como novelista Olvido Hormigos, inolvidable concejala que alcanzó fama con un video de producción propia en el que se aliviaba de ciertos escozores íntimos. Aquella pieza le sirvió de peana para llegar a las páginas centrales de Interviú, a los reality-shows de la tele y, finalmente, a su consagración como escritora. Al igual que los del Señor, los caminos de la literatura son inescrutables.

La novela tiene como protagonista a una mujer que envía un video erótico a su amante, de lo que se deduce un cierto carácter autobiográfico. Podría haberse titulado, no sin justicia, "El peso de la paja"; pero ese epígrafe ya se lo madrugó años atrás a Hormigos el escritor catalán Terenci Moix. La debutante en el Parnaso de las letras ha optado por darle el título de "El abrazo infiel", a todas luces menos rompedor.

Rótulos aparte, el libro está llamado a ser un best-seller, como todos los que salen de la factoría de la televisión. Así permite aventurarlo, al menos, el precedente de Belén Esteban, gloria de la telerrealidad y autora de un sesudo ensayo que bajo el título de "Ambiciones y reflexiones" la convirtió durante semanas en la escritora más vendida de España.

Es natural. En esa opera prima, Esteban negaba, por ejemplo, la fama de malos amantes que al parecer aqueja a los españoles. "Dicen que no saben hacer el amor a una mujer, pero no es verdad. ¡Por mis cojones que sí saben satisfacernos!". A esta reflexión unía otras de parecida enjundia, tal que la siguiente: "Yo soy muy del Rey, pero el Urdangarín para mí es un cabronazo". Y aún habrá quien se sorprenda de su éxito.

Ahora que el libro de papel sobrevive malamente a la revolución digital, hay que ensalzar la contribución de la tele a la lectura. Es un hecho fácilmente constatable que los libros de mayor venta suelen ser escritos -o dictados a un negro- por caras populares de la tele, que es el escaparate en el que mejor se exhibe cualquier género.

A la producción literaria de las ya mentadas Hormigos y Esteban se suman las decenas de títulos publicados bajo la firma de presentadores, chefs, tertulianos y otras gentes del gremio que saltan de la pantalla a las letras, generalmente con gran éxito de público. Ahí están para demostrarlo -entre otras muchas- las obras de María Teresa Campos, Mario Vaquerizo, Paz Padilla o Mercedes Milá, que tituló su libro con el desacomplejado título: "Lo que me sale del bolo".

Pudiera parecer que las relaciones entre la tele y el libro no son muy distintas de las que mantienen el perro y el gato, pero tampoco conviene fiar demasiado en las apariencias. La idea de que la pantalla boba disuade de la lectura ya la desmontó hace tiempo Groucho Marx en una de sus muy celebradas observaciones. "La televisión", decía el más listo de los Marx, incluyendo a Karl, "es un medio extraordinariamente educativo". Y lo explicaba así: "Cuando alguien la enciende en la sala de mi casa, yo me voy enseguida a la habitación de al lado y me pongo a leer un buen libro".

Pasados los años, la tele sigue fomentando ese saludable hábito de leer gracias a las contribuciones de Belén Esteban y otras personalidades ya citadas del medio.

Ahora se ha subido al carro de los autores novísimos Olvido Hormigos, con una novela que promete eclipsar a las "50 sombras de Grey" de ser cierto lo que anuncian las primeras reseñas. Pueden apostar a que no será la última.

stylename="070_TXT_inf_01">anxel@arrakis.es

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