El 12 de diciembre de 2002, casi un mes después de que el Prestige hiciese su aparición por la salida sur del Dispositivo de Separación de Tráfico Marítimo de Fisterra, el entonces subdirector general de Tráfico y Seguridad Marítima, Manuel Ángel Nogueira Romero, era señalado por el Gobierno como uno de los cinco técnicos (los otros cuatro fueron José Luis López Sors, director general de la Marina Mercante; Ángel del Real, capitán marítimo de A Coruña; Javier Gárate, director de la Sociedad de Salvamento Marítimo, y Evaristo Landeira, práctico mayor del puerto de A Coruña) que asesoraron al ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, en las primeras horas de la crisis generada por el vertido de fuel y la alta escora -entre 25º y 30º- que registraba el petrolero capitaneado por Apostolos Mangouras. Diez años y 35 días después, es decir, ayer mismo, Manuel Ángel Nogueira Romero trasladaba la responsabilidad de las decisiones adoptadas al organismo rector del que era jefe el delegado del Gobierno en Galicia, Arsenio Fernández de Mesa.

Mariano Rajoy, a la sazón vicepresidente del Gobierno de José María Aznar, fue quien dio a conocer los nombres de los cinco técnicos asesores y, por tanto, los que tomaron la decisión de alejar el buque de la costa gallega. Nogueira Romero -que se vanaglorió de sus "cincuenta años en el mundo marítimo"- recordó que "lo mejor (en aquellos momentos) es sacarlo fuera y después hablaremos"; pero no hizo mención alguna a esa distancia de 120 millas a la que, según el jefe de salvamento de Smit Salvage, se comprometió a su compañía mediante escrito firmado por él mismo.

Manuel Nogueira, que afirmó respetar la decisión del capitán Mangouras de llenar los tanques de lastre para adrizar el buque, manifestó asimismo que Mangouras "actuaba para no facilitar las cosas a la Administración Marítima. Consideré que no colaboraba con la Administración". Y fue determinante al afirmar que la decisión de alejar el buque fue muy meditada y previa consulta a numerosos ingenieros de Bazán y Astano.

En un lenguaje ampuloso y en un plúmbeo discurso, Nogueira se refirió al primer día del Prestige -13 de noviembre- en aguas próximas a Galicia para destacar que había "poca proactividad por parte del barco", circunstancia que se repetiría el día 14.

Esa "poca proactividad" fue como un latiguillo jalonando lo que, más que una declaración, no parecía ser otra cosa que una lección magistral a los jueces y letrados haciendo ostentación de sus conocimientos marítimos como capitán con muchos años de mando y muchos "no me consta" en los que no faltaron los ditirambos autoadjudicados: "Yo, a través de mi barco, gobierno la mar". Claro que la palabra llega a ser descontrolada por tanta fluidez, hasta el punto de señalar que, en su condición de subdirector general de Tráfico Marítimo, se había dirigido a un tercero "oral y verbalmente".

Dejó claro que el organismo rector había tomado la decisión de no autorizar la entrada del Prestige en la costa española y que el capitán de un buque, salvo inhabilitación judicial, es quien manda a bordo. No citó, sin embargo, el abordaje realizado por el subinspector de la capitanía Marítima de A Coruña, Serafín Díaz, que se descolgó de un helicóptero a la cubierta del Prestige sin que, que se sepa, hubiese sido autorizado por el capitán Mangouras para hacerse cargo de la máquina del barco.