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Tierno, duro de roer

Pedro de Silva

De Enrique Tierno Galván, rememorado ahora en los 25 años de su muerte, hay que destacar su condición de personaje postmoderno, en el que el envoltorio era tan perfecto y seductor que se imponía al producto, y en el que cierto arcaísmo ideológico (su recurrente protesta de marxismo) era vertido con distancia irónica. Digamos que el personaje y su exteriorización ahormaron una moral y una conducta, que finalmente volaba sobre las miserias de la política, pese a que su apariencia benévola encerrara, en el núcleo, una férrea voluntad y una indesmayable ambición. Como devoto y secuaz suyo, publiqué hace un tercio de siglo en un periódico local del partido un poema al Viejo Profesor, una de cuyas estrofas decía así: "Tierno gavilán, larga mirada / oteador vertical, pájaro insomne / ave difícil, ave pendenciera / para quien le discuta el horizonte". Se lo envié, y no me contestó.

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