Vivimos inmersos en un mundo de frases hechas, de coletillas, afirmaciones, intentos zafios de metáforas que se repiten una y otra vez con la mayor de las tranquilidades y que unas veces no son sino eufemismos y en otras solemnes estupideces. Recuerdo cuando el director de informativos de una cadena me dijo -apenas nos conocíamos hacía dos semanas- que me despedía "porque he perdido la confianza en ti"; naturalmente le contesté que a mí no me había dado tiempo de tener confianza en él. Son frases acuñadas. Como esa manía que tienen los políticos y algunos periodistas de afirmar -generalmente de forma colérica- que "no admito lecciones de democracia y menos de usted"; en realidad el "usted" de turno le acaba de decir una verdad incómoda que nada tiene que ver con una teórica sobre la democracia, pero queda bien contestar algo tan contundente. Hay veces que el ministro de turno justifica una inversión afirmando que "el Gobierno ha hecho un gran esfuerzo...".

Hombre, el esfuerzo lo hemos hecho nosotros, no el Gobierno que no pone un euro en nada.

Viene a cuento esta especie de reflexión sobre lugares comunes a lo dicho por Juan Costa ayer en la reunión del PP. El titular que ha saltado a los medios es el siguiente: "Hay un crisis de ilusión en la militancia del PP". ¿Y? ¿En qué planta de El Corte Inglés venden ilusión especial para partidos que han perdido dos elecciones y se tiran ahora los trastos a la cabeza cuando hace dos meses apretaban filas y aplaudían al hoy cuestionado? ¿Qué es eso de crisis de ilusión? ¿Tiene Costa el remedio o sabe quién o cómo o dónde se puede obtener una dosis extra de semejante sentimiento? Pero Juan Costa no sólo no responde a estas preguntas -retóricas, lo sé- sino que tampoco termina de afirmar ni de negar que va a encabezar una alternativa a Rajoy del que discrepa prácticamente en todo. Y así no hay forma. De todo un ex ministro que hace el negativo diagnóstico que ha hecho Costa de la dirección del partido, se espera que dé el paso al frente y anuncie no sólo que la cosa está mal sino que él va a intentar al menos mejorarla. Todo lo que no sea eso... palabras, palabras.

En el PP, además de las ambiciones personales, que en política me parecen legítimas, lo único de lo que se duda es, en el fondo, de la actitud del partido frente a los nacionalismos, si va a ser radical como hasta ahora o se va a "dulcificar" un poco como parece ser -sólo parece- la intención de Rajoy. Pero es que si se sigue siendo radical, habrá que explicar de verdad y no haciendo encaje de bolillos como hasta ahora, los acuerdos en la Comunidad Valencia y en Andalucía y los que aún nos quedan por ver. Ése es el problema, ésa es en definitiva la cuestión que hizo saltar a San Gil.