La segunda legislatura de Zapatero comenzará con una verdadera batalla territorial, más importante que la planteada por los Estatutos. En los próximos meses debe revisarse la financiación autonómica y los frentes ya están planteados... entre ricos y pobres.

Por un lado, una entente entre las comunidades mediterráneas (Cataluña, Valencia, Baleares), a la que podría añadirse Madrid. Con un objetivo: disminuir el fondo de suficiencia de las autonomías pobres de modo que, transferido el dinero, los territorios ricos no tengan menos renta per cápita que los desfavorecidos. Un ejemplo: tras aplicar el fondo de suficiencia, si Extremadura recibe 2.500 euros por habitante, Baleares obtiene sólo 1.666 y Valencia, 1.825.

Por el otro, las autonomías beneficiadas con el sistema actual, encabezadas por Andalucía y secundada por las dos Castillas, Galicia, Aragón o Asturias. De aplicarse la propuesta mediterránea, replican, se dejarían de lado prestaciones básicas (como Vivienda o Justicia) y se obviarían costes como la dispersión poblacional.

La cuestión no será fácil para Pedro Solbes, ya que viene en el peor momento: desaceleración económica, con disminución de los ingresos del Estado y progresiva pérdida de fondos europeos, toda vez que España se acerca a los niveles medios de renta comunitaria.

Pero el pronóstico no es difícil: Zapatero satisfará al PSOE andaluz (su principal apoyo) y ninguneará a Cataluña (para facilitar el regreso de CiU a la Generalitat y forjar un pacto estable en Madrid con los nacionalistas moderados). Total, piensa ZP, los costes son bajos: tras el Carmel, el desastre de Cercanías, los apagones... saco cuatro escaños más allí, por el miedo que le tienen al PP. Y llevaría razón. Pero, a la larga, podría incubar una Liga Norte del nordeste, que cambiaría el "¡Roma, ladrona!" por el "¡Madrid nos roba!".