La palabra "fuente" es un sustantivo femenino que el diccionario de la Real Academia Española define como "manantial de agua que brota de la tierra", aunque también alude a ella en sentido figurado como la acción de "recibir noticias de personas o en lugares dignos de todo crédito". Y da por concluida la acepción con una frase proverbial, "dejar la fuente por el arroyo", que quiere apuntar a "quien busca cosa peor, dejando lo mejor". Nadie en sus cabales se explicaría que pudiendo poner la boca al chorro del agua clara optásemos por echarnos de bruces al suelo para abrevar el líquido de dudosa limpieza que corre por la calle. Ni tampoco que, disponiendo de información fiable sobre cualquier asunto importante, prefiriésemos dar pábulo al rumor y a la habladuría. Y algo de eso hizo - aun no se sabe con que intención- el ex director general de la Policía durante el gobierno de Aznar, Agustín Díaz Mera. Comparecía el hombre como testigo ante el tribunal que juzga los sucesos del 11-M cuando, en un momento determinado, aludió a la posible existencia de un informe policial sobre una hipotética complicidad de ETA en el atentado, que inicialmente se atribuye a unos ciudadanos musulmanes de variada procedencia. Al parecer, él no había visto nunca ese informe, pero alguien de la policía que le merecía crédito se lo habría confesado, aunque no quiso revelar su identidad para evitarle posibles represalias, se supone que de sus actuales superiores jerárquicos. El presidente del tribunal le dio garantías de absoluta confidencialidad, pero Díaz Mera insistió en su negativa a identificar la fuente, por lo que fue multado y advertido de que su testimonio se remitirá al Tribunal Supremo para que instruya causa contra él por un supuesto delito de desobediencia. Y dado que se trata de una persona aforada, por su condición de eurodiputado por el PP, también habrá que pedir el correspondiente suplicatorio al Parlamento de Estrasburgo, en caso de procesamiento, con lo que tenemos garantizada la pendencia de esa insidia sobre la causa, y la atención morbosa de los medios, durante un plazo que seguramente excederá del tiempo de dictar sentencia. En fin, un truco procesal de largo alcance porque siempre se podrá alegar que faltaron importantes elementos de juicio para conocer la verdad. Pero lo más llamativo de todo es que el señor Díaz Mera fue el director general de la Policía que investigó los hechos, descartó la autoría inicialmente atribuida a ETA, detuvo a los primeros islamistas sospechosos y a la mayoría de los actualmente procesados, dirigió el asalto a la casa de Leganés donde se suicidaron bastantes -sino todos- los supuestos autores materiales y en fin proporcionó los datos materiales que permitieron la instrucción del proceso. Venir ahora con el cuento de la existencia de un informe que él nunca leyó parece extraño. De aquí hasta la sentencia se seguirá sembrando la duda y asistiremos a más maniobras de despiste. Y hasta es posible que nunca sepamos quienes fueron los verdaderos autores intelectuales del atentado. Más allá de ETA, de los islamistas y de los del clan de Avilés. Pero de ese hilo -si encontrásemos un cabo- nadie querrá tirar. Hay fuentes de las que está prohibido beber. Sobre todo si manan sangre.