El Viernes Santo de 1865 solo habían pasado cinco días desde que la Confederación se había rendido ante la Unión. La relativa calma iba a durar poco. El actor John Wilkes Booth disparó en la cabeza al presidente Lincoln y salió huyendo con una pierna rota del teatro Ford de Washington DC, no sin antes gritar desde el escenario “¡Sic semper tyrannis!” (“¡Así siempre a los tiranos!”), las mismas palabras atribuidas a Bruto tras el apuñalamiento de César, además del lema del estado de Virginia. Ese momento de la historia de EE UU es ahora el inicio de Manhunt: la caza del asesino (en Apple TV+), miniserie creada por Monica Beletsky (guionista y productora de The leftovers y Fargo, ahí es nada) a partir del bestseller de 2007 del historiador James L. Swanson.

La idea de Beletsky era, básicamente, hacer un true crime en toda regla que sucedió en el siglo XIX. Bueno, en toda regla hasta cierto punto: Beletsky tuvo la idea de esta serie mientras buscaba una historia protagonizada por un héroe, no por ningún asesino fascinante. “Cuando supe que la noche del asesinato no se atacó solo a Lincoln, sino también al secretario de Estado y casi al vicepresidente, me quedé muy chocada”, explica. “Aquello me llevó a investigar sobre el secretario de Guerra Edwin Stanton, que fue nuestro presidente de facto entre el momento en que Booth disparó a Lincoln y lo dejó inconsciente y el momento en que Johnson tomó juramento. Me parecía una situación interesante”.

Manhunt: la caza del asesino muestra también la amistad de Lincoln con Stanton, que es el grueso de la acción, es decir, la persecución de Booth a través de la franja de Maryland y hasta Virginia, en una cuestión personal para nuestro héroe. Tobias Menzies está imponente en el papel protagonista: “Lo miramos y nos creemos que estamos viendo a esa persona, a alguien que está viviendo en esa época, a alguien con sus preocupaciones”. A su lado, Hamish Linklater (Misa de medianoche) compone a un Lincoln preciso a más no poder, entre otras cosas porque comparte altura con el personaje histórico: 1’93 metros.

Corresponde a Anthony Boyle (Los amos del aire) el reto de dar compleja humanidad al personaje de Booth, presentado aquí menos como un villano carismático que como un tipo infinitamente inseguro, movido por motivos esencialmente ególatras y narcisistas. Beletsky admite el rastro de Bonnie y Clyde o, por hablar de otra película pionera del nuevo Hollywood, Dos hombres y un destino, en la que el destino tiene algo de espejismo, como Richmond en Manhunt: la caza del asesino: “El lugar es menos un espacio concreto que el escenario difuso de una vida soñada. Y el público duda cada vez más de si llegará simplemente a pisar ese lugar”.