La sala de exposiciones Amalia Domínguez Búa retiró abrió ayer de nuevo sus puertas y retiró los papeles que tapaban sus ventanales. Ahora ya se puede ver y admirar lo que se ocultaba tras los cristales: la alfombra navideña en la que trabajaron unos diez integrantes de la Asociación Cunchas e Flores durante el último mes.
Es un tapiz de más de diez metros cuadrados en el que los alfombristas han empleado todo tipo de materiales: polvo triturado de conchas de molusco, como mejillón, berberecho o almeja; arenas y serrines teñidos en diferentes colores; flores trituradas; corteza de pino y hasta café.
Los encargados de diseñar la escena representada fueron Ataúlfo Cortizo y Rafael Oliveira. Cortizo se encargó además de la dirección de los trabajos, en los que se volcó durante las últimas semanas. “Desde el 5 de diciembre le dedique una media de entre siete y nueve horas al día, incluyendo los fines de semana”, explicaba ayer. La escena elegida está íntimamente ligada a las celebraciones de los próximos días: la llegada a Belén de la Virgen María y San José, buscando un alojamiento para que María, en cuyo rostro ya se reflejan los primeros dolores del parto, pueda dar a luz a Jesús. “El vientre está rodeado de luz debido al inminente nacimiento y alrededor de María y José están los pájaros, que ven más allá de lo que los seres humanos somos capaces de ver”, añade Ataúlfo Cortizo.
La inauguración contó con la presencia de representantes del Concello de Bueu y una de las representantes de Cunchas e Flores, Loli Docampo, explica que esta alfombra supuso todo un reto por la minuciosidad y complejidad del diseño, un trabajo en el que se emplearon técnicas a las que los miembros de la asociación no estaban acostumbrados. “Encontramos nuevas herramientas, como un tamiz de medio milímetro de grosor que nos permitió contar con materiales mucho más finos. Así pudimos hacer figuras mucho más pequeñas, como los gorriones, que tienen unos cinco centímetros de diámetro”, contaba Docampo.