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El castro de Montealegre sigue sin poder recibir visitas al cederlo la Xunta al Concello sin acceso

La puesta en valor concluyó en el verano de 2020 con una inversión de Cultura e Infraestructuras de 280.000 euros ELa alcaldesa asegura que el yacimiento limita con fincas privadas con cuyos dueños hay que negociar

Otro panel informativo dentro del poblado castreño. G.N.

Dos años después de que la Xunta concluyera las obras de puesta en valor del castro de Montealegre, sobre el túnel de la Autovía do Morrazo, en la parroquia moañesa de Domaio, el yacimiento sigue sin poder recibir oficialmente visitas por falta de acceso. Aunque todo quedó preparado en el verano de 2020 para hacerlo visitable, incluso con puerta de entrada, paneles informativos y las construcciones castreñas a la vista, el poblado sigue a la espera de su apertura oficial, con la maleza que lo vuelve a cubrir y con los trabajos realizados en situación de deterioro.

Uno de los paneles informativos del castro, con signos de deterioro, y la Autovía al fondo. Gonzalo Núñez

El problema es de las administraciones, ya que la Xunta, que financió la obra con una inversión de 280.000 euros a través de las consellerías de Cultura y de Infraestructuras, decidió cambiar a finales de 2021 la fórmula inicial que era la de, una vez acabada, se firmara un convenio a tres bandas con Concello y Comunidad de Montes de Domaio para el mantenimiento del yacimiento. Por contra, decidió la opción de entrega del yacimiento al Concello, segregando la parcela del dominio público. Desde la Axencia Galega de Infraestructuras (AXI), dependiente de la Consellería de Infraestructuras, defendían que era la fórmula más fácil porque la intención era darle un uso cultural y de visitas al castro, más propio de las competencias municipales que de la consellería. De esa manera el Concello no tendría que estar solicitando a la AXI constantes permisos para cada trabajo. Pero no reparó en el hecho de que el poblado castreño carece de accesos.

Subida al yacimiento. G.N.

La alcaldesa de Moaña, Leticia Santos, explica que la Xunta “quiere deshacerse de la propiedad del castro y nos ofreció entregarnos la zona expropiada encima del corredor, pero sin acceso, ni para limpieza cuando tocara ni para visitas guiadas”. Añade, que el castro no linda directamente con la Comunidad de Montes si no que hay parcelas privadas en el medio, al menos de dos propietarios. Reconoce que desde el Concello le ha llevado un tiempo identificar a los dueños de esas fincas, pero asegura que gracias a la colaboración vecinal y de la Comunidad de Montes, ya lo tienen. Añade que dejarán pasar agosto para mantener una reunión con ellos y buscar una solución al acceso.

Puerta de entrada al castro, sin actividad alguna. G.N.

La puesta en valor del castro había sido una de las obras más laureadas desde la Consellería de Infraestructuras por el esfuerzo económico que supuso, ya no solo por la excavación en sí, sino por la modificación del proyecto del desdoblamiento del Corredor do Morrazo en autovía en 2016. El primer proyecto incluía otro túnel gemelo al existente en Montealegre, pero implicaba destruir parte del castro en la ladera sur. Aquello provocó una fuerte contestación social y la consellería invirtió en otro diseño, ampliando el túnel existente, en lo que calificó como una moderna obra de ingeniería.

El castro fue excavado por primera vez en 1925 bajo la dirección de Antón Losada Diéguez, pero los trabajos de mayor extensión y calado se realizaron en el marco de las obras de construcción del corredor, en 2004, con sondeos evaluativos y excavación arqueológica; y después con las obras del desdoblamiento del corredor en autovía, en 2016. En estas últimas excavaciones, dirigidas por el arqueólogo Miguel Vidal se pusieron en valor las estructuras excavadas en 1925 y se descubrieron más de 20.000 elementos de valor arqueológico, entre restos de cerámica, piedra, anzuelos de bronce, fíbulas para sujetar capas y agujas para recogidos de pelo, además de una figura antropomorfa de unos 60 centímetros de altura. Quedaron a la luz cinco estructuras de viviendas y almacenes. Igualmente se limpiaron petroglifos de la zona. Los arqueólogos entienden que el poblado, habitado entre el I a.C. y el I d.C. pudo albergar a unas 300 personas, y su extensión podría llegar a las 3 hectáreas.

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