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Historia de las procesiones de Semana Santa (I)

En el siglo XV surgen las cofradías de la Vera Cruz promovedoras de la primera procesión, la de los disciplinantes

Desenclavo en Cangas a mediados del siglo XX Arquivo do autor

En Cangas siempre ha habido un gran interés popular por la celebración de procesiones de Semana Santa. Tanto es así que podemos decir que tenemos una de las más destacadas de Galicia; pero, ¿cuándo surgen las procesiones de Semana Santa? Es la pregunta del historiador cangués Luis Martín Carnero Feijoo, especializado en la historia de la Semana Santa, que en esta colaboración de dos capítulos detalla el nacimiento del culto a la Pasión de Cristo y a los dolores de su madre de la mano de frailes franciscanos y dominicos. Posiblemente el Cristo Yacente de Cangas fuese el primero en salir en la procesión del Santo Entierro

La Semana Santa que actualmente vivimos en la zona occidental de Galicia se remonta a la etapa final del siglo XIV e inicios del siglo XV. Es el momento en el que se instala en este territorio un nuevo concepto de religiosidad y espiritualidad de la mano de los frailes franciscanos y dominicos que habían nacido a lo largo de la decimotercera centuria. El surgimiento en esta etapa bajomedieval del culto a la Pasión de Cristo y a los dolores de su madre se producen, además, por ser un momento de especial angustia debido a la incidencia de enfermedades sobre la sociedad, que van a provocar el aumento del miedo a la muerte, obteniendo lo religioso en general y la Semana Santa en particular una impronta especial.

En el siglo XV y ligadas a los conventos de las órdenes antes mencionadas, surgen las Cofradías de la Vera Cruz, que serán las principales promovedoras de la que es la primera procesión por excelencia de la Semana Santa: la procesión de disciplinantes. Se trataba de una salida piadosa que recorría las calles del lugar con fines penitenciales y catequéticos. La procesión estaba compuesta de cruz procesional, los miembros de luz y los miembros de sangre. Los de luz eran aquellos penitentes que llevaban las velas para alumbrar, ya que la procesión transcurría de noche, y los miembros de sangre eran penitentes que iban descalzos y vestidos con túnica blanca flagelándose, a imitación de la flagelación que había sufrido Cristo el Jueves Santo. Era sin duda un rito penitencial que alcanzaba el carácter de catarsis colectiva.

Desconocemos con exactitud si existían procesiones por aquel entonces solo en donde había presencia franciscana o dominica, órdenes que dejaron un rastro escrito de ellas, o si, por lo contrario, también habría habido procesiones en otros lugares. Sin embargo, podemos deducir que para finales del siglo XVI lo habitual era que se celebrasen estas procesiones por casi todo el territorio gallego, ya que en una carta que el Obispo de Lugo escribe al secretario del Rey Felipe II especifica que hay una procesión por cada arciprestazgo. Llegados a este punto, es cuando podemos pensar que nace la Semana Santa canguesa, pues por aquel entonces ya se había edificado la actual iglesia y erigido en Colegiata, siendo el lugar más apropiado del Arciprestazgo de O Morrazo para llevar a cabo esta procesión. Lo cierto es que en Cangas, a pesar de no tener una Cofradía de la Vera Cruz, sí sabemos de la presencia, al menos desde 1584, de la Cofradía del Santo Nombre del Buen Jesús, que cobraba los quiñones de los oficios de mar y tierra y sostenía la fábrica de la iglesia, de modo que era una cofradía con un peso considerable.

Imagen del Cristo descendimiento en la sacristía de la excolegiata de Cangas.

Con la Celebración del Concilio de Trento entre los años 1545 y 1563 se producen una serie de cambios que atañen a las procesiones. Por un lado, el Rey Felipe II con la clara intención de poner fin a los excesos que se cometían durante las aglomeraciones de gente en Semana Santa, decide promover una serie de normas, como que las procesiones se celebren de día o que la iglesia se cierre por la noche. No obstante, se va a encontrar con la negativa de los obispos gallegos, que preferían no cambiar nada para que no se redujese el número de fieles asistente, pues en palabras del Arzbpo. de Santiago, d. Francisco Blanco, el hecho de que algunas gentes “usen mal de esta devoción” no le parecía razón suficiente como para suprimirlas. Por otro lado, el Concilio de Trento va a promover la veneración de las imágenes, por lo que será a partir de entonces cuando de forma general empiecen a formar parte de las procesiones y estas se multipliquen. Surgen en aquel tiempo las procesiones de Jesús Nazareno, donde salía la imagen de Jesús cargando con la Cruz y penitentes que también cargaban con sendas cruces, una vez más como método penitencial y catequético. Esta procesión está documentada, por ejemplo, en la villa de Pontevedra. Sin duda, la procesión más importante que surge en estos momentos y que en el siglo XVII estará presente en casi todos los lugares es la procesión del Santo Entierro en la tarde del Viernes Santo. Será esta salida piadosa la que acabe teniendo carácter oficial y se organizará como el cortejo fúnebre de reyes o grandes dignidades. También de finales del siglo XVI son las primeras referencias de la procesión de la Soledad de María, que salía en la noche, tras haberse recogido el Santo Entierro, y que en Galicia fue popularmente bautizada como procesión de “os caladiños” por el sepulcral silencio que reinaba en ella.

En el 1645 nace en Tui la Cofradía de Nra. Sra. de la Soledad, quien va a salir en la procesión del Santo Entierro tudense tras la urna con Cristo Yacente. El retablo en el que se sitúa está presidido por la Virgen de la Soledad en una hornacina, bajo la cual se custodia un Cristo Yacente. Curiosamente, poco tiempo después nace en Cangas una cofradía con la misma advocación de la Soledad, cuya imagen está situada en un retablo de idénticas características, también en una hornacina y debajo de ella un Cristo Yacente, lo que nos lleva a pensar que pudiese haber una clara influencia tudense. Actualmente, en la procesión del Viernes Santo canguesa es esta imagen, la de la Soledad, la que sale en procesión, por lo que probablemente fuese en el siglo XVII cuando se iniciase esta tradición, y seguramente el Cristo Yacente que se encuentra bajo su retablo en Cangas fuese el primero en salir en la procesión del Santo Entierro. Además, en una reciente restauración del mismo se pudo observar que estaba manchado por cera, lo que nos habla de una gran devoción por esta imagen en el pasado.

(*) (Cangas, 1998), Es historiador titulado por la Universidad de Santiago de Compostela y actualmente cursa el Máster de profesorado en la misma universidad. Su trabajo final de Grado, “Origen y evolución de las procesiones de Semana Santa en la Galicia Occidental en Época Moderna”, versó sobre el asunto que desarrolla en esta colaboración

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