La joven Sé Pastoriza reabría su tienda de ropa en Cangas el 11 de mayo, tras los dos meses de confinamiento de la primera ola del coronavirus, y por aquel entonces era ya era consciente de que la recuperación económica en el sector iba a ser complicada, con mucha gente sometida en sus trabajos a Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y tirando de sus ahorros para comprar más productos de primera necesidad que moda. En noviembre Sé Pastoriza tuvo que tomar la difícil decisión de cerrar su tienda y ayer, cuando el sector vuelve a estar sometido a duras restricciones, con cierre a las 18:00 horas, y sin actividad en la hostelería, solo para llevar a domicilio, debido a la tercera ola del virus, explicaba cómo tuvo que poner fin a su sueño. Reconoce que cerró por el virus y porque estaba embarazada. Dio a luz en octubre y dice que “si todo siguiera como antes de toda esta crisis, obviamente yo no hubiera cerrado mi tienda porque era mi sueño. Tendría la pequeña, me dedicaría a ella un año y contraría a alguien a jornada completa o media jornada. Pero las ventas empezaron a caer, la gente empezó a comprar online y no tenía ni tiempo ni fuerza a enfrentarme a crear una página web, con gastos a mayores. Tuve que cerrar. Me encantaría haber compaginado la maternidad con la tienda, pero no pudo ser”.
Como Sé Pastoriza, otros establecimientos se han visto obligados al cierre al no poder superar la crisis de la primera y segunda ola del coronavirus y los que han sobrevivido, tras una campaña de Navidad buena en ventas, están de nuevo con el agua al cuello debido a esta tercera ola que ha obligado al gobierno de la Xunta a adoptar restricciones de limitación de horario para el comercio y de cierre total en la hostelería, solo para llevar.
José Lorenzo “Pepín Macillos”, uno de los propietarios del restaurante Macillos, en Cangas, bajó la persiana ayer del negocio, con los 9 trabajadores que han pasado de ERTE de limitación a ERTE de impedimento. “Nos dan otra puntilla. La esperanza está ahora solo en el verano, porque a este ritmo ya no podemos contar con la Semana Santa”.
Ayer el empresario estaba en contacto permanente con la asesoría, pendiente de conocer las nuevas ayudas del segundo plan de rescate anunciado por la Xunta. Han tenido que cerrar sin saber cómo iban a ser estas ayudas y en esa incertidumbre estaban todos. Pepín Macillos reconoce que las únicas ayudas directas que han recibido hasta ahora fueron de la Xunta. Con el cierre de noviembre recibieron unos 4.000 euros y quedaron exonerados del pago de la Seguridad Social. Recuerda que en la primera ola solo recibieron del Estado la posibilidad de acogerse a un préstamo ICO, que significaba endeudarse más para seguir tirado. Después sí llegaron los ERTE y el “balón de oxígeno” que supuso la ayuda del Concello al permitir ampliar terrazas para poder recuperar el aforo que perdimos con la restricciones en el interior.
En Moaña muy pocos bares siguen abiertos para la recogida de cafés. Algún restaurante más sí que entrega comida. Por ejemplo, el Kutik de Frida, ubicado en Domaio, tiene disponible gran parte de su carta. “En los otros dos encierros no abrimos. Ahora decidimos preparar comida para recoger, aunque solo sea por salud mental, para no estar encerrados en casa”, explica la responsable, Frederica Janovska. En este restaurante señalan que en las últimas semanas, pese a solo poder abrir la terraza, “había clientes. Sobre todo comerciales y otros trabajadores que deben comer fuera. Ahora quedan muy perjudicados por estas medidas”.
En A Taberna de Lino, el responsable, Lino Fervenza, explica que no abre el restaurante desde que prohibieron servir en el interior. Mantiene, eso sí, la venta de carnes, conservas y vino. Desde hace un año se diversificó para vender estos productos a través de la web y la app “El hombre que pasea las carnes”.
En Bueu ayer fueron pocos los bares que abrieron pese a la posibilidad de ofrecer el servicio para llevar. Entre los pocos que atendieron estaba el Blue Lake. “Abrimos hoy, pero mañana ya veremos. Si hay ayudas a la hostelería a lo mejor ya no abrimos”, cuentan. Se quejan de una situación “caótica” en la que la hostelería es la principal perjudicada. El aumento del servicio de reparto afecta a otros negocios que tenían en este punto su punto diferencial. “Lo estamos notando. Antes éramos dos locales y ahora son muchos más, por lo que el trabajo se reparte”, cuenta Ángel, desde La Banda Pizzas&Más.
La pandemia afecta a negocios que desde fuera podría parecer que están trabajando más. “No me atrevo a quejarme viendo como están otros sectores. Nosotros este año vendemos mucho menos de parafarmacia o productos como antigripales, jarabes o antiobióticos. La gente se cuida más y hay menos infecciones”, explican desde la farmacia Méndez-Dávila.
El sector de la comarca participa en la manifestación en Santiago
La hostelería de toda Galicia organiza una manifestación contra las duras restricciones que sufren desde que comenzó la pandemia de COVID-19. La marcha está prevista para mañana en Santiago. En la protesta no faltarán representantes del sector en la comarca. Los más activos, a priori, serán los de Moaña. Los hosteleros que se están organizando en una asociación tienen la intención de acudir en autobús. Y es que ya tienen garantizada la asistencia de responsables de entre 25 y 30 locales. No se descarta incluso que alguno de ellos se sume a la marcha a pie con sus compañeros de Pontevedra. La protesta será ante el edificio de la Xunta y el objetivo del sector es ser atendido por el gobierno autonómico y lograr la promesa de ayudas directas con carácter urgente. Alegan que con el nuevo encierro tanto empresarios como trabajadores “acabaremos en la ruina”. Desde Cangas también acudirán hosteleros. La asociación de restauradores Areca, que preside Gustavo Soliño, acordó asistir con una decena de personas para evitar mucha aglomeración y aunque valoraron contratar un microbús, cree que acudirán en coche. Soliño asegura que los gastos de estar un mes cerrados son más altos que las ayudas que se puedan recibir. También desde Bueu el sector recorrerá las calles de Santiago. Ya prometieron acudir unos seis empresarios de la hostelería.