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Cangas 1860: Los viajes y la carretera desde Pontevedra (I)

El profesor Moreira Pumar realiza un recorrido por las distintas de formas de viajar: carruaje o calesa; con los arrieros o en cuadrillas

Litografía fragmentada, extraída de un deteriorado folleto de mitad del XIX pra viajeros de la ruta Madrid a París, en donde figura un carruaje y 4 caballos de arrastre. // Archivo del autor

Hasta el Siglo XIX, cualquier persona que necesitase trasladarse a Pontevedra, Santiago o Coruña, pongamos por caso, lo más cómodo y menos fatigoso era siempre hacerlo por mar hasta el puerto más próximo y a continuación, iniciar el camino restante por tierra en algún carruaje de cabalgadura. Con anterioridad al S. XIX, viajar al interior de la Península, el camino solía hacerse de tres maneras posibles: Si el viajero era rico, sus medios económicos le permitían hacerlo en su propio carruaje o calesa acompañado siempre de sus criados. Si este era de clase media o llana, la forma más utilizada consistía en recomendar su persona a los arrieros maragatos, aprovechando los frecuentes recorridos que estos hacían de la costa pontevedresa al interior, trajinando toda clase de mercancías. La tercera opción (prácticamente inexistente a partir del S. XIX) consistía caminar juntos en cuadrillas como lo hacían los campesinos de Coiro, Cela y otras parroquias lindantes para dirigirse a la siega de Castilla andando, naturalmente, en caminatas que podían durar de diez a quince días.

Los arrieros maragatos

Conocidos como "arrieros y carreteros", eran originarios de la comarca de La Maragatería en tierras de León. Desde el S. XVI, aparecen en los documentos señalando los pueblos de procedencia: Puebla de Sanabria, Truife, Vigo de Sanabria, Rabanal del Camino, Foncebadón, Molinaferrera, Villardefrades? También hemos de mencionar la presencia de unos arrieros pontevedreses, vecinos de Aguasantas, Figueirido y Caroy. De esta última localidad, eran conocidos dos familias de carreteros, los Caramés y los Durán. Sus recorridos eran limitados, incomparables a los maragatos, su trabajo se limitaba al trasiego de vinos procedentes del Ribeiro y Arnoya a la ría del Lérez.

Los arrieros leoneses comerciaban con Castilla la rica variedad de nuestras Rias en toda clase de pescados secos, salados, congrio seco, escabeches ?, en especial el bacalao y el azúcar, este último producto se dirigía normalmente a las plazas de Valladolid y Madrid. El trasiego comercial pontevedrés era proteína que llegaba a la Corte madrileña procedente de los distintos puertos de la provincia que partiendo de Pontevedra se dirigía a los mercados de Medina de Rioseco, Medina del Campo y Valladolid. En sentido contrario, procedente de estos mismos mercados viajaban a la costa mayoritariamente los cereales de "harina candeal", jabones, aceite y tejidos. El comercio en ambas direcciones era importante al extremo que en 1628, los arrieros Pedro `Díaz y Toribio Díaz vecinos de Rioseco formaron compañía para enviar pescado a Castilla.

Honradez

Los arrieros maragatos eran gentes de fiar, su seriedad y honradez era pública. Nuestros comerciantes depositaron en sus manos con total confianza elevadas sumas de dinero, bien para finiquitar deudas o bien realizar operaciones mercantiles. Es más, a mediados del S. XVII, cuando la Real Hacienda de Felipa IV ordenó recaudar piezas de cobre para reacuñar moneda, los recaudadores pontevedreses les confiaron talegos conteniendo maravedíes de cobre por valor de y 11000 y 13000 reales en moneda de cobre para troquelarles nuevo resello en las cecas de Madrid, Segovia y Valladolid. En 1652, Jerónimo de Matos remitió de Pontevedra para el resello un talego con 14000 reales a Santiago y de allí a la ceca de Coruña por el arriero Benito Boullosa vecino de Figueirido (3) Dicho sencillamente, la Real Hacienda carente de dinero, falsificaba su propia moneda, es decir, una moneda de 4 maravedís una vez resellada, pasaba a valer 8 o más.

Los arrieros-carreteros desempeñaron un importantísimo papel durante centurias hasta la llegada del ferrocarril a Pontevedra a finales del siglo xix que les obligó a cambiar de costumbre y dejar la vida nómada para establecerse en las ciudades cuyos establecimientos todavía se recuerdan por ejemplo, los Almacenes Olmedo, Simeón, Casa Beledo, confitería Los Castellanos? . Viajaban cargados de diversos productos a modo de caravana tirada por recuas de 7 a 10 bestias que llamaban "machos".

Como vemos, los arrieros no tuvieron inconveniente en aceptar viajeros en su peregrinar comercial por la geografía española, sin embargo, sus minutas por tales compromisos no eran precisamente baratas, pero valía la pena por su seguridad, contaban entre otras ventajas. a lo largo del camino con posadas o lugares fijos para detenerse.

Duración de los viajes

En el S. XVII, sabemos por "cartas de pago" otorgadas por mercaderes maragatos que viajaban de Pontevedra a Salamanca, Madrid, Medina del Campo, Zamora ? nos señalan, que además del precio del transporte, los días empleados en el viaje y los medios utilizados.

De 1613, tenemos testimonios de los comerciantes "arrieros maragatos" que regularmente hacían viaje de Pontevedra a las ferias de Medina de Rioseco (Valladolid) señalaban que el trayecto solía durar una media de 10 días. La duración de un mismo viaje podía variar el número de días empleados, pues este dependía siempre de la estación del año. Con mejor tiempo, el camino apenas sufrían retrasos, lo contribuía a que fuese más llevadero.

Otro caso de compromiso de viaje data de 4 años más tarde..

Con fecha de 7 de abril de 1617 hemos localizado una "carta de pago" que hizo el vecino de Pontevedra Andrés López, de profesión "alquilador de mulas", donde afirma haber recibido del mercader Andrés Vázquez Bugarín, la cantidad de 138 reales por los 23 días de viaje realizado de Pontevedra a Madrid. Para dicho trayecto Andrés López le había alquilado "2 mulas a 6 reales diarios por mula y persona", con el firme compromiso que a su llegada a aquella capital, el mercader entregaría a su criado además otros 70 reales más conforme a lo tratado. Ambos mercaderes se dan por pagos y conformes. (A.H.P Prot, 987)

De mediados del S. XVII, tenemos el testimonio de otro de estos viajes realizado de Madrid a Galicia. El documento es un caso interesante por los detalles en él descritos señalando el importe y tiempo de camino. Se trata de una carta de pago que el mayordomo del Conde de Paredes D. Alonso de Saavedra hizo a mediados de octubre de 1652 el viaje de Madrid a Pontevedra. Señalaba el mayordomo haber entregado al arriero Juan de Fuentes la cantidad de 10963 reales por 25 días de viaje desde Madrid a Villafranca del Bierzo. En el viaje se utilizó una recua compuesta de variadas bestias de carga.

La llegada a Villafranca del Bierzo (León) supuso a nuestro viajero fin de una parte del trayecto y a contratar a continuación bestias de refresco al arriero maragato vecino de Molinaferrera ( Astorga), Diego Alonso quien añadirá a la renovada caravana "13 machos bien cargados", para proseguir viaje a Pontevedra que duraría la friolera de 11 días, pagando por todo ello 1144 rls a 8 rls por cabeza.

Señala el mayordomo que el cortejo se componía de lo siguiente: Dos coches de Madrid a Villafranca a 62 reales por día. Por cada coche 3100 reales. Por 6 acémilas o mulas de carga y una media para los mozos que hacen 7 y 1/2 hasta Pontevedra a 10 reales cada cabeza que ocuparon 41 días de ida, estada y vuelta importan 3107 rls. Por alquiler de 8 mulas de silla y otras 2 para los mozos, 10 en total a razón de 7 rls. cada día, ocuparon 41 días de ida, estada y vuelta, importan 2870 rls. Por una litera desde Madrid a Pontevedra con ida, estada y vuelta ocupó 41 días a razón de 46 rls. cada uno, importaron 1886 rls. que por todas las partidas importaron 10962 rls.

(*) Profesor e historiador de Cangas

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