Cambio de ciclo político

Países Bajos estrena un Parlamento de dominio ultra, pero sin mayoría

El llamado Partido de la Libertad (PVV) de Wilders tiene 37 de los 150 escaños de la Cámara de La Haya

El líder del PVV, Geert Wilders, se toma un selfie con los diputados de su grupo durante la constitución del Parlamento neerlandés, este miércoles.

El líder del PVV, Geert Wilders, se toma un selfie con los diputados de su grupo durante la constitución del Parlamento neerlandés, este miércoles. / EFE

Gemma Casadevall

El Parlamento de Países Bajos abrió este miércoles su nueva legislatura bajo el dominio de la ultraderecha, la fuerza más votada en los comicios celebrados hace dos semanas, aunque lejos aún de lograr la mayoría que precisa su líder, Geert Wilders, para convertirse en primer ministro. El llamado Partido de la Libertad (PVV) de Wilders tiene 37 de los 150 escaños de la Cámara de La Haya. Pero hasta ahora solo tiene el apoyo declarado del minoritario y populista Partido de los Agricultores (BBB), con seis escaños.

Las dos formaciones conservadoras a las que tanteó en primer lugar Wilders, los liberales del primer ministro saliente Mark Rutte y la nueva formación centrista NSC, con 24 y 20 escaños, respectivamente, no están dispuestas a respaldarle. Rutte, que el pasado verano precipitó la convocatoria de elecciones anticipadas al anunciar su retirada, ha pasado las riendas de su partido a la ministra de Justicia, Dilan Yesilgöz. Esta política, hija de refugiados pero representante de la línea dura contra la inmigración, ha rechazado entrar en un gobierno con Wilders, aunque podría respaldar un ejecutivo en minoría presidido por el llamado "Trump neerlandés". El NSC por el momento no apoya ninguna opción que dé la llave del poder a Wilders.

La ultraderecha se alzó contra pronóstico como primera fuerza en las elecciones del pasado 22 de noviembre, seguido del bloque entre socialdemócratas y verdes del exvicepresidente de la Comisión EuropeaFrans Timmermans. Le corresponde, por tanto, a Wilders el primer encargo de tratar de formar gobierno. Su partido tuvo ya una experiencia como socio de un ejecutivo en La Haya en los dos primeros años de Rutte en el poder. A la ruptura de coalición siguió una rivalidad cerrada, tanto en lo personal como en lo político, entre el líder ultraderechista y el primer ministro liberal, que le vetó como socio en todos sus siguientes ejecutivos.

La fragmentación política complica la búsqueda de aliados

Que Wilders no tenga aún los socios que precisa se encaja en La Haya sin demasiada sorpresa. Se recuerda que Rutte necesitó hasta 271 días en su última legislatura para lograr los apoyos que precisaba, lo que se debe principalmente al muy fragmentado espectro parlamentario neerlandés, con un total de 14 partidos para los 150 escaños de la cámara. De Rutte se conocen sus aspiraciones a suceder al noruego Jens Stoltenberg como secretario general de la OTAN, pero por el momento está comprometido a seguir en funciones el tiempo que sea preciso hasta la formación del siguiente gobierno.

La búsqueda de socios arrancó mal, puesto que el primer mediador entre los aliados potenciales, del partido ultraderechista de Wilders, dimitió sin haber empezado aún formalmente su tarea entre acusaciones de corrupción. El puesto de mediador pasó ahora al socialdemócrata Ronald Plasterk, que por lo pronto ha pedido tiempo y cautela en su labor de sondear a los partidos.

Islamofobia declarada

Wilders, de 60 años, es un líder consolidado entre la familia ultraderechista europea. Lleva más de 20 años buscando su oportunidad de hacerse con el poder y, a la vez, buscando el voto ultra con posiciones que le han valido acusaciones de incitación a la violencia.

Su partido es unipersonal e incluye aspectos más que controvertidos y anticonstitucionales, como el cierre de las mezquitas y la prohibición del Corán. Pero desde su inesperada victoria ha limado un tanto sus asperezas programáticas. Pese a su declarada islamofobia, no considera ya como objetivos de su futuro gobierno sus planes contra el colectivo musulmán. Precisamente la posible anticonstitucionalidad de algunas de sus proclamas es lo que aleja al líder del centrista NSC, Pieter Omtzigt, de implicarse en una alianza de gobierno con el líder ultraderechista.