Elecciones legislativas

La ultraderecha se prepara para formar Gobierno en los Países Bajos tras su victoria electoral

La formación liderada por el antiislamista y euroescéptico Geert Wilders logra 37 de los 150 escaños del Parlamento

Geert Wilders , líder del Partido de la Libertad (PVV).

Geert Wilders , líder del Partido de la Libertad (PVV). / EFE

Gemma Casadevall

El ultraderechista Partido de la Libertad (PVV) del islamófobo y euroescéptico Geert Wilders se convirtió en la primera fuerza en las elecciones generales de Países Bajos, los comicios que marcarán la retirada del poder del liberal Mark Rutte. Con el 98% de los votos escrutados, el Partido de la Libertad (PVV) obtuvo 37 de los 150 escaños, muy por delante de los 25 de una candidatura conjunta de laboristas y verdes y los 24 del conservador Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD) del primer ministro saliente, Mark Rutte.

De acuerdo con estos resultados, los liberales de Rutte, ahora dirigidos por la ministra de Justicia Dilan Yesilgöz, se hunden en la tercera posición con 24 puestos, con lo que pierde diez respecto a los que tenía. La nueva líder del partido hasta ahora dominante, de raíces turcas y defensora de la mano dura contra la migración, luchaba por convertirse en la primera mujer al frente de un Gobierno neerlandés.

"El elector ha hablado. Hay un claro mandato y creo que debemos superar diferencias", afirmó Wilders, en declaraciones a la televisión, tras dejar claro que su propósito ahora es liderar el próximo gobierno.

El vuelco a favor de la ultraderecha se produce meses después del hundimiento de la que fue la última coalición liderada por Rutte, precisamente por disonancias en torno a la política migratoria. El primer ministro saliente anunció en julio su retirada, tras 13 años al frente de sucesivos gobiernos y de haber representado, a escala europea y neerlandesa, una línea de extrema austeridad fiscal.

Wilders, de aliado a rival de Rutte

El ascenso ahora de la ultraderecha de Wilders, político amenazado dentro y fuera de su país por su furibunda islamofobia, tiene algo de revancha personal para este líder ultraderechista, de 60 años y fundador de un partido casi unipersonal. Rutte tuvo al PVV como aliado durante sus dos primeros años en la jefatura del gobierno, pero esa colaboración se hundió. Ambos políticos se enzarzaron a partir de entonces en una especie de pulso personal por el primer puesto, a lo que se sumó el veto hasta ahora mantenido por Rutte a su antiguo aliado para futuras coaliciones.

Los sondeos habían apuntado durante semanas a una lucha por el primer puesto entre tres fuerzas: los liberales de Yesilgöz, el nuevo partido centrista denominado NSC y liderado por el diputado Pieter Omtzigt, así como el bloque de Timmermans.

En el último tramo subieron poderosamente las opciones de Wilders a convertirse en primera fuerza, al que ya únicamente descartaba explícitamente como aliado Timmermans, mientras que Yesilgöz había retirado su veto.

Fragmentación y consolidación radical

La gran fragmentación del voto neerlandés abre la posibilidad a múltiples coaliciones, ya que presumiblemente quien lidere el nuevo gobierno precisará de hasta cuatro socios. Eran 26 los partidos en liza, de los cuales 14 tenían ya escaños en el Parlamento de La Haya. Hasta lograr formar su último gobierno, una alianza entre cuatro formaciones centristas, el avezado negociador que es Rutte precisó de 271 días.

El PVV de Wilders, fundado en 2006, es un partido plenamente consolidado en el panorama político neerlandés, con una clara línea islamófoba, aunque en esta campaña había moderado un poco el tono. Admitió así que entre las prioridades actuales no está la prohibición de las mezquitas, pese a que sigue manteniendo ese objetivo programático. Lo inmediato, dijo, es frenar lo que denomina "el tsunami de asilados". Reorientó algo su discurso hacia postulados más pragmáticos, determinado a dejar la oposición y demostrar su capacidad para asumir responsabilidades de gobierno.

La política migratoria fue el tema dominante en la campaña electoral de Países Bajos, un socio de la UE con altos índices de bienestar, pero donde el encarecimiento de la vivienda es una preocupación creciente entre sus 17 millones de habitantes.

Entre el conjunto de sus formaciones políticas dominan los partidarios de restringir la llegada de inmigrantes irregulares y peticionarios de asilo. Este fue el común denominador durante la campaña electoral entre las formaciones del centro y la derecha, con recetas muy parecidas. La disolución de la última coalición de centro-derecha de Rutte se originó precisamente por disensos en torno a las fuertes limitaciones al reagrupamiento familiar para los solicitantes de asilo.

El liberalismo extremo practicado por Rutte, a escala de la Unión Europea (UE) y también interna, parece haber entrado en vía muerta. En paralelo surgió el nuevo centro de Omtzigt, quien de la nada logró consolidarse como fuerza a tener en cuenta, aupado por el descontento social y los sucesivos desaguisados ocurridos en los últimos años de liderazgo de Rutte -entre ellos, los recortes a las ayudas a la familia que afectaron a unos 25.000 hogares por errores administrativos-.