Las relaciones entre la Unión Europea y China, los dos principales socios comerciales con un volumen de intercambios por valor de más un billón de euros al día, no atraviesan por su mejor momento. La ley de seguridad nacional que quieren imponer en Hong Kong, las vulneraciones de los derechos humanos en el gigante asiático o las campañas de desinformación durante la crisis del coronavirus han provocado roces diplomáticos importantes en las últimas semanas a los que se suman las grandes discrepancias que persisten en materia económica y comercial.

De ahí que la cumbre de ayer -por videoconferencia- entre la cúpula de la UE y los máximos responsables del Gobierno chino, el presidente Xi Jinping y el primer ministro Li Keqiang, se saldara sin declaración final ni rueda de prensa conjunta. "Hemos sido capaces de discutir sobre todo pero lo más importante es que debemos hacer progresos y la cumbre ha sido el punto de partida", resumió la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que junto al presidente del Consejo, Charles Michel, calificó el encuentro de "abierto", "sustantivo" y "franco".

La cita, que debía haberse celebrado en marzo pasado y que fue aplazada por la irrupción del Covid-19, ha puesto de manifiesto la enorme brecha que separa a Bruselas de Pekín. Empezando por los derechos humanos y Hong Kong, "preocupante" para la UE. "Los derechos humanos y las libertades fundamentales no son negociables. Siempre expresamos nuestras preocupaciones y hoy también ha sido así", explicó la alemana.

Más allá de la situación en la excolonia británica, el gran foco del debate sigue siendo cómo impulsar una relación económica y comercial intensa pero que a ojos de Bruselas es "desequilibrada" y sobre la que no ha habido progresos durante este último año pese a los compromisos asumidos por Pekín en el 2019.