Se acabaron las cábalas sobre la forma en la que Vladímir Putin se mantendría en el poder más allá del 2024, fecha en la que expiraba su segundo y hasta ahora último mandato presidencial. La Duma (Cámara baja del Parlamento ruso) aprobó ayer martes, por 382 votos a favor y 44 abstenciones, una enmienda a la Carta Magna que exime al actual jefe del Estado de la prohibición de presentarse a la reelección dentro de cuatro años.

Ante la perspectiva de contar con un jefe de Estado vitalicio cuya legitimidad cuestiona desde hace ya tiempo, la oposición extraparlamentaria comenzó a movilizarse en la jornada de ayer y presentó solicitudes ante la Alcaldía de Moscú para celebrar manifestaciones de protesta en el centro mismo de la capital rusa.

Más que suprimir el actual veto existente en la ley suprema a que una misma persona acumule más de dos mandatos consecutivos, lo que hace el texto legal al que los parlamentarios dieron ayer luz verde es conceder una exención en toda regla al actual líder del Kremlin a la hora de aplicarlo: "Se permite a la persona que ocupó u ocupa el cargo en el momento de la aprobación de esta enmienda (es decir, el mismo Putin) presentar su candidatura, independientemente de los mandatos que haya acumulado", reza el enunciado.

De este modo, Putin que ya fue presidente de 2000 a 2008, primer ministro de 2008 a 2012 y ocupa de nuevo la Presidencia del país desde esta última fecha podría aspirar a otros dos mandatos de seis años desde 2024, lo que, de vivir, lo mantendría en el poder hasta 2036. Las 44 abstenciones registradas durante la votación corresponden a las cuatro decenas de diputados comunistas, de lejos los más contestatarios dentro del conjunto de formaciones políticas sistémicas presentes en la Duma.

El juego de manos sucedió de forma rápida y sorpresiva, sin que se produjeran filtraciones previas ni se concediera tiempo a los opositores a reaccionar, algo muy similar a lo que sucedió a mediados de enero, cuando Putin pilló a todos a contrapié, incluyendo a sus ministros, al anunciar un proceso de reforma constitucional en el que todos veían el objetivo de sucederse a sí mismo, aunque sin discernir cuál sería la vía empleada por el líder del Kremlin.

La cámara baja del Parlamento se disponía a debatir en segunda lectura el paquete de reformas constitucionales y una propuesta de elecciones anticipadas, cuando la diputada de Rusia Unida Valentina Tereshkova, la primera mujer que viajó al espacio, tomó la palabra para plantear la cuestión de los mandatos presidenciales.

Al cabo de una hora, el líder del Kremlin se personó en la Duma, y en un ejercicio de bizantinismo político, se hizo hasta de rogar. "La supresión del límite de mandatos constitucionales no es conveniente, aunque es posible", dijo, pero "solo si el Tribunal Constitucional declara que no contradice la Carta Magna" y "si es aceptada por los rusos" en referéndum.

Los principales dirigentes opositores han acogido con humor y ácidas críticas los acontecimientos de ayer en la Duma. "¿Para qué retorcer las cosas o seguir dándole vueltas, si podemos nombrar zar a Putin?", se preguntó el bloguero Alekséi Navalni en un mensaje en su cuenta de Twitter. Recordando a los presidentes del mundo que han sido encausados últimamente por corrupción, Ilyá Yashin, del partido PARNAS, difundió un vídeo en el que asegura que Putin "conoce muy bien sus pecados, y de esta forma se quiere defender a si mismo de cualquier riesgo".