Rusia lanzó ayer una andanada contra EE UU a propósito de la acusación de Washington, respaldada ayer por Arabia Saudí, de que Irán está detrás de los ataques de la pasada semana a dos petroleros -uno noruego y otro japonés- en el golfo de Omán. Para Moscú, se trata de "acusaciones gratuitas" que no dudó en igualar a las mentiras con las que la administración Bush justificó la invasión de Irak en 2003, cuando acusó al país de estar en posesión de armas de destrucción masiva.

El presidente ruso, Vladimir Putin, defendió a Irán al recordar, a través de su portavoz, Dimitri Peskov, "los tubos con un polvo blanco", parecido al ántrax, que el entonces secretario de Estado de EE UU, Colin Powell, enseñó en 2003 en el Consejo de Seguridad de la ONU. Para Peskov "es absurdo" que EE UU se niegue a divulgar pruebas fehacientes de sus acusaciones. El portavoz de Putin alertó de que "incidentes como este realmente pueden desestabilizar las bases de la economía mundial". De hecho, el supuesto ataque a los dos petroleros fue perpetrado en las inmediaciones del estrecho de Ormuz, por el que circula un tercio del petróleo mundial transportado por mar, y provocó un alza inmediata del crudo.

También Japón reclamó pruebas concretas que respalden las acusaciones, más allá del confuso vídeo en el que supuestamente se ve a un bote patrullero iraní retirando una minalapa del casco de uno de los dos petroleros, el nipón Kokuka Courageous. Japón ha puesto especial interés en la investigación del supuesto ataque, perpetrado cuando el primer ministro, Shinzo Abe, se encontraba reunido con el líder supremo iraní, Ali Jamenei, para mediar en la crisis desatada a propósito del acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní.

El presidente del Parlamento iraní, Alí Lariyani, expresó ayer sus sospechas de que las explosiones fueron provocadas por EE UU tras comprobar que "las sanciones a Irán han fracasado".