Jair Bolsonaro, favorito en las encuestas de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, negó ayer ser de ultraderecha. "No soy de extrema derecha. Señáleme un acto mío que sea de extrema derecha", dijo Bolsonaro en su primera rueda de prensa después de la primera vuelta del pasado domingo, en la que obtuvo 46% de los votos, frente a 29% del izquierdista Fernando Haddad.

El aspirante del Partido de los Trabajadores (PT) y heredero del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva contraatacó en Twitter: "Yo soy una persona que conversa con todo el mundo político, incluso con quien piensa diferente de mí. No es el caso del diputado Jair Bolsonaro, que quiere fusilar a quien piensa diferente de él".

El ultraderechista le atacó en una nueva propaganda electoral de su candidatura que comenzó a transmitirse ayer en todo el país, a través de la radio y la televisión, en la que asegura que el país se halla "al borde del abismo" y que estaría amenazado de caer en una situación similar a la de Cuba o Venezuela si Haddad es elegido presidente.

Aparte, anunció que limitará a quince carteras el gabinete ministerial si llega a la jefatura de Estado, casi la mitad de las que existen ahora, mientras mantiene su plan de convertir a su asesor económico, Paulo Guedes, en el nuevo ministro de Hacienda, a pesar de que la Fiscalía ha abierto una investigación en su contra con la que se pretende determinar si conspiró con los responsables de los fondos de pensiones para captar al menos 1 millón de reales (unos 234.000 euros al cambio actual) entre 2009 y 2013.

Guedes es el artífice del programa económico de Bolsonaro, que tiene como puntos clave reducir ministerios, privatizar empresas públicas y combatir el fraude en el uso de los fondos públicos de programas sociales.