Al menos 250 civiles, entre ellos docenas de niños, han muerto desde el domingo por los violentos bombardeos de las fuerzas del régimen sirio contra el bastión rebelde de Guta Oriental, cerca de Damasco, a pesar de los llamamientos de la ONU a poner fin a este "sufrimiento sin sentido".

La masacre, que recuerda los peores tiempos de los ataques a la ciudad de Alepo, coincide en el tiempo con la alianza entre las fuerzas gubernamentales y la milicia kurda del YPG para hacer frente a la ofensiva turca contra la región de Afrin. El YPG es el principal aliado de EE UU en el escenario bélico sirio.

Los combatientes de las Fuerzas Populares, que apoyan al dictador Asad, comenzaron a entrar ayer en Afrin desde Alepo, según informó la unidad de prensa militar del partido-milicia chií libanés Hezbolá, que apoya a Damasco, y los medios oficiales sirios. La alianza de gubernamentales y kurdos fue anunciada el pasado domingo y provocó una reacción de furia de Turquía que amenazó con los peores males, pero en paralelo también anunció la suspensión de su proyectada ampliación de la ofensiva a la vecina región de Manjib, donde la presencia de fuerzas de EE UU es relevante.

Según la agencia estatal SANA, tras la entrada en Afrin de las Fuerzas Populares, las fuerzas turcas procedieron a bombardear áreas residenciales cercanas al lugar donde se encontraban las milicias progubernamentales y los periodistas que les acompañan.

El resultado de estos bombardeos, según la agencia oficial turca Anatolia, fue el repliegue de las milicias progubernamentales. La agencia indicó, sin citar la fuente, que los progubernamentales dieron marcha atrás tras internarse unos diez kilómetros más allá de la frontera de Afrin.

La llegada de las milicias progubernamentales a una región que escapa al control de Damasco desde 2012 representa un cambio importante que complica aún más la guerra civil que afecta al país desde hace ya casi siete años. En 2012, tras la retirada de las fuerzas progubernamentales, Afrin se convirtió en la primera zona kurda de Siria que escapó al control del poder central.

La lentitud de la ofensiva turca iniciada hace más de un mes ha hecho que, según fuentes fiables, las tropas de Ankara solo controlen 35 pueblos, situados en su mayoría en el norte de la región. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, intentó justificar ayer esa lentitud: "Como evitamos poner en peligro a nuestras fuerzas de seguridad y tenemos en cuenta a los civiles, parece que avanzamos lentamente", dijo.