Jacques Vergès, orador brillante, provocador incorregible, antisionista y anticolonialista convencido y uno de los abogados más controvertidos del siglo XX por defender a criminales nazis, dictadores africanos y terroristas palestinos, deja un halo de misterio tras fallecer a los 88 años en París. Su cuerpo se apagó el jueves, en la misma habitación donde el 30 de mayo de 1778 falleció el filósofo Voltaire.

Entre los misterios que se lleva a la tumba este amigo del líder comunista chino Mao Zedong y del camboyano Pol Pot al que el Che Guevara le enseñó a fumar cigarros puros y que defendió al terrorista venezolano "Carlos", al oficial de la Gestapo nazi Klaus Barbie o a controvertidos presidentes africanos como el gabonés Omar Bongo o el chadiano Idriss Déby, destacan ocho años de vacío entre 1970 y 1978. Vergés no quiso desvelar nunca dónde pasó esos años, ni con quién. El letrado esquivó su suerte en los años setenta, mientras dejaba crecer la leyenda que le situaba con los Jemeres Rojos, en Pekín, el Líbano o Moscú. Por aquel entonces, este hijo de una madre vietnamita y de un diplomático francés que se autodenominó como "brillante bastardo", era una personalidad conocida de la abogacía, la contestación, y de los servicios secretos de muchos países.

Nacido en 1925 en Siam y criado en La Reunión, Vergès se adhirió al Partido Comunista francés en París en 1945.En 1957, con solo 18 meses de experiencia como letrado, el Frente de Liberación Nacional argelino (FLN) le encargó la defensa de la emblemática activista Djamila Bouhired, condenada a muerte y después indultada que terminó casándose en 1965 con Vergés, con quien tuvo dos hijos. Defendió a otros muchos controvertidos acusados, instalado siempre en el funambulismo entre lo jurídico y lo político.El más relevante de sus casos fue la defensa en 1987 de Klaus Barbie, el jefe de la Gestapo en la Francia ocupada por los nazis, conocido como "el carnicero de Lyon".