El presidente de EE UU, Barack Obama, llegó ayer a Londres, la primera parada de su gira por Europa, en la que tratará de convencer de sus propuestas económicas al resto de los países en la cumbre del G-20, que se celebrará en esta capital. A bordo del avión presidencial, Obama llegó a Londres acompañado de su esposa Michelle.

Inmediatamente después se trasladó en helicóptero a Wynfield House, la residencia del embajador estadounidense en Londres, donde se alojará durante su estancia de tres días en la capital británica. La visita de Obama ha despertado gran expectación en Europa, donde se espera ver si el candidato que cautivó al continente cumple su propuesta sobre un nuevo multilateralismo.

Obama se ve favorecido por una enorme popularidad en el continente, pero la mera popularidad no le ayudará en las negociaciones con unos líderes que quieren tomarle la medida y que se ven con la espalda contra la pared debido a la crisis económica.

Las prioridades del presidente de EE UU, según la Casa Blanca, serán promover planes de estímulo para las economías; una reforma del sistema regulador financiero; la lucha contra el proteccionismo y medidas para impedir que la crisis se extienda a los países emergentes.

Por el momento, Obama ya ha renunciado a una de las metas que aspiraba, que las principales economías adoptaran planes de estímulo por valor del 2 por ciento del PIB, similares al plan que EE UU aprobó en febrero por valor de 787.000 millones de dólares. Ahí se ha encontrado con la férrea resistencia de los europeos, encabezados por el primer ministro checo, Mirek Topolanek, que describió esos planes como “el camino a la destrucción” o Alemania, que recuerda aún la hiperinflación de la década de los años 20.

En la reunión, los líderes abordarán también asuntos como la reestructuración del Fondo Monetario Internacional (FMI), un asunto donde China busca un mayor protagonismo que puede enfrentarle con EE UU. Antes de la cumbre, Obama mantendrá hoy en Londres dos reuniones bilaterales de importancia crucial: con el presidente chino, Hu Jintao, y con el presidente ruso, Dmitri Medvédev.

Divisa mundial

Con Hu abordará, además de la reforma del FMI, asuntos como los llamamientos chinos para una nueva divisa mundial, y las dudas de Pekín sobre la estabilidad de la economía estadounidense. En otro plano, debatirán la situación en Corea del Norte, que se prepara a lanzar lo que asegura que es un satélite y se sospecha que es un misil, y el programa nuclear iraní, entre otros asuntos.

La reunión con Medvédev también promete ser jugosa. Obama ha ofrecido un “nuevo comienzo” en las relaciones ruso-estadounidenses y, aunque ambos países lo han desmentido, la prensa afirmó que el presidente de EE UU había abordado la posibilidad de renunciar al escudo antimisiles en Europa del Este a cambio de una mayor colaboración rusa contra el programa nuclear iraní.