En base a la legislación italiana, están llamados a votar un total de 47.295.978 italianos, todos ellos mayores de 18 años, que decidirán la futura composición de la Cámara, mientras que sólo 43.257.208 de ellos (los mayores de 25) tendrán derecho a voto en el Senado.

En cuanto a los italianos residentes en el extranjero con derecho a voto, serán 2.812.400 para la Cámara y 2.531.560 para el Senado. De ellos dependerá la elección de doce diputados y seis senadores, que podrían llegar a ser decisivos para el resultado final en caso de empate entre los dos grandes partidos, tal y como sucedió en las anteriores elecciones de 2006.

Además de las elecciones generales, los próximos 13 y 14 de abril también se votarán los gobiernos de ocho provincias y 426 municipios -entre ellos, Roma y otras ocho capitales de provincia--. Además, se elegirán los nuevos ejecutivos de las regiones de Sicilia (Sur) y Friuli Venezia Giulia (Norte).

La aparente novedad de estas elecciones es que casi todos los partidos son nuevos, al menos por lo que respecta a su nombre y siglas, aunque en realidad, todos ellos son una especie de refrito de formaciones que ya existían.

Lo que sí ha cambiado con respecto a las pasadas elecciones es el modo de presentarse, que ya no tendrá lugar en forma de grandes coaliciones sino a través de partidos, más o menos constituidos como tales.

El punto de arranque fue la creación del Partido Democrático (PD), la fuerza que nació de la unificación de los dos principales partidos del centro-izquierda. Su fundación rompió decididamente la tendencia a la formación de pequeños partidos, que conduce a la imparable fragmentación política y a la incapacidad de los Gobiernos italianos de mantenerse en pie durante una legislatura entera, tal y como ha evidenciado la reciente caída de Romano Prodi.

Además, la decisión de su líder, Walter Veltroni, que prefirió presentarse en solitario a las próximas elecciones, desencadenó un dominó de reacciones en el resto de partidos y principalmente centro-derecha, cuyo líder, Silvio Berlusconi, consiguió el apoyo de la segunda formación de esta coalición, para formar un partido conjunto, el Pueblo de las Libertades (PDL).

RIESGO EMPATE EN EL SENADO.

Según las últimas encuestas publicadas el pasado viernes -último día en que se permitieron los sondeos-- la ventaja de Berlusconi sobre Veltroni sería de entre 6 y 9 puntos. Aun con todo, la atención mirará irremediablemente al Senado, que por su peculiar tipo de votación, podría dar lugar a un empate.

En cuanto a los demás partidos, sólo hay dos con posibilidades de atraer a un número consistente, aunque bajo, de electores. Los democratacristianos que lidera Pierferdinando Casini y la Izquierda Arco Iris de Fausto Bertinotti. Ambos son antiguos aliados de Berlusconi y Veltroni, respectivamente, a quienes están dando batalla desde que empezó la campaña.

En el caso de la Izquierda Arco Iris, que agrupa a comunistas y ecologistas, una de sus constantes ha sido rivalizarse con Veltroni la victoria socialista en España de José Luís Rodríquez Zapatero. Bajo el lema de 'En España Zapatero, en Italia Izquierda Arco Iris', el partido de los comunistas ha inspirado su programa político en el del PSOE español, principalmente por lo que respecta a la defensa de los derechos civiles.

ALITALIA ENCIENDE LA CAMPAÑA

Uno de los temas que más han incidido en la campaña es la crisis de Alitalia, la compañía aérea de bandera sobre la que se ciernen serias amenazas de quiebra. El tema entró de lleno cuando, hace unas semanas, Berlusconi se manifestó en contra de las negociaciones con Air France-Klm y empezó a hablar de la existencia de un consorcio de empresarios italianos interesados en la compra de la compañía.

Ahora, el reciente abandono de las negociaciones por parte de la franco-holandesa ha puesto entre las cuerdas a 'Il Cavaliere', a quiene se pide que revele los nombres de su supuesto consorcio y se recrimina la "irresponsabilidad" de haber "instrumentalizado" una negociación verdadera.

Además de recorrer gran parte del territorio nacional, los líderes han ido desgranando sus propuestas a lo largo de las últimas semanas. Veltroni, que empezó apostando por los jóvenes y comprometiéndose en la lucha contra la precariedad laboral, ha hablado de combatir el exceso de burocracia con la eliminación de unas 5.000 leyes. Ayer en cambio, recaló en tierras napolitanas, donde declaró una vez más la guerra a la mafia.

El 'leitmotiv' elegido por Berlusconi, en cambio, ha sido la disminución de la presión fiscal, con la que el Gobierno Prodi ha "estrangulado" a las familias italianas, hasta tal punto de que "no me extrañan" que haya evasión, llegó a declarar, palabras que más tarde tuvo que rectificar ante las encendidas críticas que le dirigieron sus adversarios.

Pero a pesar de su decisión de romper con las alianzas y presentarse a las próximas elecciones al frente de formaciones unificadas, ni el PDL ni el PD se ven libres de las amenazas de división. En el primer caso, por la naturaleza misma del partido, que ha nacido deprisa y corriendo ante la inminencia de los comicios, y en el segundo, por la histórica oposición que existe entre sus miembros más progresistas y los más conservadores.