En un comunicado conjunto, las tres organizaciones explican que el borrador de declaración final expresa la ausencia de acuerdo entre los países sobre la cuestión nuclear.

Sin embargo, indican que contiene sólo puntos que justifican el relanzamiento de ese tipo de energía, "sin tener en cuenta en modo alguno los países contrarios al despliegue de esa fuente energética, como Alemania e Italia".

Por este motivo, Greenpeace, WWF y Legambiente han solicitado a Prodi que introduzca de forma explícita las motivaciones del desacuerdo existente en el seno del G8.

En la carta, se señala que "no existe todavía una tecnología intrínsecamente segura" y que tampoco hay un combustible nuclear que "no tenga un carácter de proliferación", es decir que no pueda ser utilizado militarmente.

En ese sentido, se propone modificar el objetivo institucional del Organismo Internacional de la Energía Atómica, porque promover su uso pacífico e impedir la proliferación atómica son objetivos en abierta contradicción.

Además, las políticas de relanzamiento de la energía nuclear en los países que la promueven están "basadas en ayudas masivas del Estado, lo que no es aceptable tras sesenta años de investigación y desarrollo".

Las tres organizaciones recuerdan también que la gestión a largo plazo de los residuos nucleares no está resuelta y que los recursos de uranio están "muy limitados", por lo que termina por crear el mismo problema que intenta resolver.