Ahora que regresa la actividad a los huertos se producen escenas muy curiosas. Al contrario que para el resto de los humanos, los animales característicos de estos lares aprovecharon el largo confinamiento para campar a sus anchas y hasta aumentar la prole. Como la mamá erizo que aparece en este vídeo junto a sus retoños en Vilalonga (Sanxenxo). Hace muchos años que Montse sabía que el escurridizo mamífero habitaba en su finca. No es un animal que despierte grandes simpatías salvo en los niños por su recreación en dibujos animados, y casi todo el mundo prefiere evitarlo por esas púas tan cortantes. Así que la propietaria nunca le prestó demasiada atención hasta este viernes, cuando con ayuda de su vecina Pere comenzó a preparar el terreno que a la fuerza descuidó a causa del Covid-19. Al retirar un manto de hierba seca se toparon con el espinoso inquilino rodeado de cuatro crías chillando, con los ojos aún por abrir y sin el cuerpo revestido del todo con las dañinas defensas de su madre. Una escena entrañable y nada habitual.