Llegó con paso firme a la calle Rosalía de Castro, pero su huella quedaría marcada en el kilómetro cero de la ciudad. Desde su aparición, Dinoseto, con su trayectoria vital, se ha convertido en uno de los monumentos más fotogafiados, bromeados, mencionados y seguidos de Vigo por lugareños, turistas y usuarios de las redes sociales. Le ha salido un compañero en Navia, Rinoseto, y ha tenido una cría, Dinosetiño. Su proyección social y turística es indudable, y buena muestra es que cualquier famoso que visita la ciudad no se marcha sin su selfie con el saurio vegetal.