"Hay que darse cuenta de la importancia que tiene la conservación del medio marino y de la riqueza que podemos disfrutar en las Rías Baixas", explica Bruno Díaz López, el biólogo que dirige el Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares (BDRI, por sus siglas en inglés) con base en O Grove y que esta semana ha colocado en el mapamundi la costa de Galicia después de documentar una manada de 3.000 delfines surcando las aguas gallegas.

El vídeo, difundido por FARO DE VIGO, constata no solo que los delfines son una especie transformada en común en la costa gallega sino que el sur de Galicia se ha convertido en una zona privilegiada para el avistamiento de estos mamíferos. Sin ir más lejos, el BDRI ha documentado un nuevo encuentro entre humanos y delfines.

Fue a la altura de Corrubedo, en el municipio coruñés de Ribeira, donde dentro del agua el BDRI pudo captar en todo su esplendor la plasticidad de estos mamíferos marinos cuando nadan.

Una investigación de repercusión internacional

El Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares (BDRI, por sus siglas en inglés) presentó el pasado abril en Italia sus trabajos científicos realizados en base a la observación de mamíferos marinos en la ría de Arousa y la plataforma continental.

Uno de los trabajos más destacados del instituto, que realizó trabajos de investigación tanto en el Mediterráneo como ahora, en las rías gallegas y la costa atlántica, es el que habla de las dificultades de convivencia entre una especie tan amenazada como la marsopa común y el delfín mular o de nariz de botella.

Otro de los trabajos importantes del centro de investigación grovense es el referido a la interrelación entre los mamíferos marinos y la acuicultura, o lo que es lo mismo, entre los delfines y las bateas de cultivo de mejillón y ostra.

Ante la posibilidad de que alguien pueda pensar que los delfines acaban con los peces, y que por tanto restan alimento al ser humano, sostiene que "siendo depredadores superiores lo que hacen es mantener un equilibrio en la cadena trófica marina, y eso es beneficioso para todos".

Lo que quiere decir es que "los delfines tienen que alimentarse y siguen a sus presas, por lo que detectar un grupo tan importante como el de 3.000 delfines comunes que avistamos la semana pasada cerca de Cíes solo significa que hay también una ingente cantidad de peces en esas aguas, y por tanto estos mamíferos marinos se encargan de mantener el equilibrio natural".

Galicia, la costa de las ballenas

Hasta diecisiete especies de cetáceos (ballenas y delfines) han sido identificadas en aguas gallegas y cantábricas. Una decena de ellas se observa con relativa facilidad y el verano es la mejor época del año para intentarlo por la coincidencia de las migraciones de rorcuales y cachalotes con los desplazamientos de calderones y delfines hacia el litoral. También es ahora cuando el mar presenta las mejores condiciones para navegar (varios puertos disponen de embarcaciones que realizan travesías aprovechables con este fin y hay empresas que ofertan salidas especializadas).

Acercarse a los cetáceos es una experiencia fascinante, pero cuando se busca ese contacto en su medio es preciso proceder con cautela para no molestarlos.

Un Real Decreto del 21 de diciembre de 2007 establece unas medidas generales de protección, como mantener una distancia mínima con los animales y dejarles siempre una vía de escape (el Gobierno australiano marca esos límites en 100 metros, para las ballenas, y 50, para los delfines, y determina una zona de exclusión de 60º entre dos barcos), no dividir nunca los grupos y menos aún separar a las madres de sus crías, y sustraerse a la tentación de alimentar, tocar o nadar con los animales, ya que estas prácticas alteran su conducta y entrar en contacto con ellos entraña el riesgo de transmitirles enfermedades.

La Sea Watch Foundation añade otras recomendaciones, como moverse con suavidad en torno a los animales, sin acelerones ni frenazos, y evitar velocidades superiores a diez nudos, que provocan molestias por el ruido.