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Estudio pionero en la comunidad gallega

El furtivismo, bajo la lupa de la USC

El grupo de Economía Pesqueira de la Universidad estudia sus motivos e implicaciones sobre el marisqueo gallego -Señalan que existe "aceptación" por pertenencia a una "comunidad"

El equipo de Economía Pesqueira de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) ha creado una línea de investigación sobre el furtivismo y sus efectos en Galicia. De la mano de Hugo M. Ballesteros, María do Carme García-Negro y Gonzalo Rodríguez, el estudio está centrado ahora en intentar aclarar los motivos y consecuencias que tiene esta nociva práctica para el sector pesquero gallego. "Todo el mundo asume que es algo malo pero nadie ha estudiado el caso en profundidad", explica Ballesteros, Doctor en Economía y Empresa que centró su tesis sobre esta realidad que se da en la comunidad. Recientemente han publicado un estudio en "una de las mejores revistas de investigación marina", la Marine Policy, en el que establecen el motivo detrás de "la aceptación del furtivismo en la pesca artesanal", que resumen en que "existe una relación entre formar parte de una comunidad y que esta práctica sea aceptable".

Los estudios preliminares comenzaron ya en 2012. Un "proceso lento" que empezó a ver sus frutos a partir de las publicaciones que tuvieron lugar entre el año pasado y este. Así, llevaron a cabo más de 200 entrevistas en toda Galicia con los implicados en la pesca artesanal y que, principalmente, sufren el furtivismo: las mariscadoras. "Llevamos a cabo un trabajo muy grande", explica Ballesteros. ¿El resultado? "Existe una aceptación del furtivismo, al menos de una parte", resume.

Los investigadores se centraron en la principal zona de marisqueo gallega, Noia (donde hicieron 95 entrevistas entre febrero y abril del año pasado), para intentar identificar qué tipo de furtivismo "es aceptable" y "en qué grado", zambulléndose de lleno "evaluar la tolerancia hacia la caza furtiva" por primera vez. Así, establecieron que "el concepto de comunidad es lo que sustenta la aceptación" de este tipo de actos, que suele ser bien visto si es para "autoconsumo" (reducido a las propias mariscadoras) o en casos de "necesidad" (habitualmente personas desempleadas o con problemas). Ambas situaciones dependen de que estos furtivos sean reconocidos por las mariscadoras como miembros de su comunidad, de su entorno. Esto implica que son las mariscadoras las que identifican quien es el furtivo, interpretando que le lleva a actuar así y, por tanto, aceptándolo o persiguiéndolo.

Sin embargo, los investigadores entienden que esto no debería ser una tarea de las mariscadoras. Para Ballesteros, esta "aceptación" pone encima de la mesa la necesidad de "políticas sociales" que promocionen el empleo o que reduzcan la desigualdad.

La intención de Ballesteros es la de seguir estudiando las consecuencias del furtivismo en la comunidad. Ahora, busca poner el foco en el aspecto económico, ya que es una actividad que mueve millones de euros cada año.

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